sábado, 20 de abril de 2024

ESTRATEGIAS DE PESCA CON NINFA.

Los hábitos son difíciles de romper en la vida cotidiana, pero parecen estar especialmente arraigados en la pesca con mosca. 

La mayoría de nosotros nos lanzamos al río para olvidarnos de todo por un tiempo, y cuando llega el momento de concentrarnos en cambiar algo importante, rápidamente nos alejamos de la atención necesaria y volvemos a la rutina, o sea, a nuestra zona de confort.

Decía Albert Einstein que: “si buscas resultados distintos no debes hacer siempre lo mismo”. 

La trucha

Mientras miraba la trucha recién capturada, recordé el planteamiento táctico entre un pescador de ninfa que generalmente pesca a ciegas y otro de seca que intenta engañar una trucha en ascenso. En esta última situación, el pescador puede ver su objetivo, puede ver los aros que va dejando la trucha en sus reiteradas cebas, pero la primera situación, el pescador de ninfa solamente puede anticipar o intuir que hay un pez allí.

Hay una especie de botón rojo que se enciende cuando un pescador con mosca ve cebarse una trucha en superficie, especialmente cuando no para de subir. Cuando el pescador no consigue engañar ese pez que está subiendo para alimentarse de insectos, lo más probable es que cambie de mosca. 

El pescador sabe por las reiteradas cebas que el pez sigue estando ahí y da por hecho que si quiere engañarlo tendrá que cambiar de mosca o de táctica. Sin embargo, son pocos los pescadores de ninfa que ponen el mismo empeño, es decir, permanecen en un tramo agotando todas las posibilidades de presentación de las ninfas con la misma técnica, como si de un barredor mecánico se tratara, para a continuación, si los resultados han sido negativos, cambiar de tramo preguntándose a sí mismo con el entrecejo arrugado: ¿no puedo creer que no haya capturado un solo pez ni haber tenido una sola “picada” en este tramo tan bueno? Asume de antemano que lo ha hecho todo bien, por lo que intuitivamente cambia de tramo para pescar otro donde probar mejor suerte. Sin embargo, es más que probable que haya peces en ese tramo que ha dejado, simplemente no hizo las cosas correctas para capturar algún pez, o al menos para tener una “picada”.

Por esta razón, a lo largo de los años que llevo pescando a ninfa, he ido cambiando mi psicología del ninfeo. No puedo asumir de antemano que estoy haciendo todo bien cuando estoy pescando un tramo o una postura atractiva sin resultados positivos. En cambio, debo asumir que en esa postura hay peces y hacer cambios en mi presentación, por ejemplo: puedo agregar o disminuir peso en mis ninfas, puedo aumentar o disminuir el tamaño de las ninfas, la distancia entre ellas, cambiar de ángulo de lanzamiento, cambiar de patrón, cambiar de posición, etc.

También puedo hacer que mis ninfas deriven por diferentes niveles, por ejemplo: a medias aguas, por el lecho del río, o por la parte de aguas más lentas a lo largo de una profunda corriente, o sea por la **“zona de ataque” o “zona caliente”**.

Naturalmente, esto se debe aplicar, al menos yo lo hago, en los tramos donde intuimos por nuestra experiencia que tienen peces. El éxito seguramente aumentará si empleamos la misma paciencia que cuando nos rechazan las truchas nuestras moscas secas o emergentes.

 

**NOTA ACLARATORIA**, “ZONA DE ATAQUE” O “ZONA CALIENTE”

Leer el agua de un río es una habilidad que se aprende con el tiempo, con el tiempo que pasamos pescando naturalmente. Se necesitan muchas horas para juzgar con propiedad el flujo tridimensional de un río. Leer la superficie es relativamente fácil, la mayoría de los pescadores aprenden rápidamente a medir la velocidad de la corriente superior en relación con su mosca o su indicador de picada, o simplemente por su experiencia echando un vistazo, pero lo que hay debajo puede ser impredecible y engañoso, sobre todo si pescamos por primera vez un tramo desconocido, o cambia de un día para otro el caudal de un río. 

Eventualmente, los pescadores más experimentados son lo suficientemente competentes en la lectura de las corrientes como para que se beneficien en gran medida de una mejor pesca. Estos pescadores más experimentados saben que el agua fluye más rápido cerca de la parte superior y más lenta “cerca” del fondo donde discurre la mayor parte de la vida subacuática de un río. Este colchón o zona lenta cerca del lecho del río se denomina en el argot mosquero como “zona de ataque” o “zona caliente”, y es ahí donde la mayor parte del tiempo deben derivar nuestras ninfas. 

Esta “zona caliente” puede tener unos pocos centímetros por encima del lecho del río o más de cincuenta centímetros, depende de las obstrucciones del fondo como pueden ser rocas, piedras, grava, hierbas subacuáticas, etc. El agua cerca del lecho del río choca con estos obstáculos y al chocar constantemente contra estos elementos ralentiza el flujo. Por el contrario, la parte media de la corriente no encuentra obstáculos y, por tanto, tiene mayor velocidad al no encontrar resistencia alguna, algo que no gusta mucho a las truchas como ya es desobra conocido por los pescadores.

Se podría argumentar que la corriente superior fluye aún más rápido que las corrientes intermedias, sin embargo, no es del todo cierto, ya que la corriente superior también tiene obstáculos, por ejemplo, el viento, y de hecho, en los días ventosos se puede apreciar claramente cuando pescamos en tándem seca-ninfa, la ninfa suele estar aguas abajo de la mosca seca en lugar de ir detrás como se espera. 

DESDE LA PERSPECTIVA DEL PESCADOR CON NINFA

La pregunta más importante que nos debemos hacer cuando pescamos a ninfa un tramo desconocido es ¿cuán dinámica puede ser la diferencia entre la corriente del fondo (algo que no podemos ver) y la corriente superior (algo que sí podemos ver)? Es, por tanto, vital para un buen ninfeo, estimar con mediana precisión la velocidad de la corriente del fondo, porque con bastante frecuencia nuestras amigas las truchas suelen estar posicionadas en la zona lenta, o sea, en la “zona de ataque” o “zona caliente”. Y esto es así porque las truchas se posicionan normalmente en las corrientes más lentas, conservando energías y alimentándose de ninfas, crustáceos, y otro tipo de carnada. 

Todas estas formas de vida subacuáticas, toda esta microfauna, utilizan las corrientes más lentas cerca del lecho del río en su beneficio y la mayor parte de la actividad de esta microfauna tiene lugar precisamente en esta zona lenta, muy cerca del lecho del río, y este es el objetivo principal de nuestras ninfas. 

Las truchas son maestras en la eficiencia, se posicionan donde está la comida y donde menos energías necesitan gastar para alimentarse. Así que aprende a pescar donde se alimentan las truchas la mayor parte del tiempo, donde viven las larvas y ninfas, porque cuando las truchas quieren comer, van donde está la comida, y si estás pescando a ninfa y no ves movimiento alguno, no hay duda al respecto, debes pescar las “zonas calientes”.

A las truchas las encanta estas zonas lentas cerca del lecho del río, pocas veces se mantienen a medias aguas, salvo para atrapar ninfas en una eclosión de insectos acuáticos. Otras veces se las puede encontrar sorbiendo mosquitos en una tabla de aguas someras, o alimentándose de emergentes atrapados en el menisco o muy cerca de él, a veces cebándose de subimagos que derivan por la superficie mientras secan sus alas, pero en todos estos casos, las truchas necesitan una poderosa razón para dejar la zona de aguas lentas, o sea, “la zona de ataque”. Tener, por tanto, una técnica de ninfeo básica nos ayuda en todo momento a saber por qué es necesario hacer algunos cambios cuando no obtenemos los resultados esperados.  

Para finalizar, solo recordarte que no pierdas la confianza cuando pesques a ninfa un buen tramo donde las posibilidades de capturar un pez sean altas. Sabes por experiencia que tiene que haber más de un pez en esa postura dispuesto a tomar tus ninfas, así que aplícate el dicho de Albert Einstein, asume que algo estás haciendo mal y haz el cambio necesario para demostrarte a ti mismo que la experiencia en la pesca es un grado.

Pesca duro, amigo. 

Río Esla