sábado, 24 de marzo de 2018

LANCES DE PESCA CON MOSCA.

En este bello rincón de la geografía leonesa, remanso de paz y soledad, por el que discurren alegres y bulliciosas las frías y cristalinas aguas del Omaña, el encuentro entre el pescador y el pez una vez más va a tener lugar. . .
Firme la mano y preciso el lance, la mosca comienza a descender provocativa por las ondulantes aguas recorriendo una y otra vez los lugares estratégicos donde la " picada " puede intuirse, el ansiado momento está a punto de llegar.
Con un gesto rápido y sutil, el pescador eleva la caña, esta se arquea al tiempo que la línea se tensa, y el pez comienza a romper con acrobáticos saltos la superficie de las rápidas aguas antes de terminar en las manos del pescador.

Desafiando la fuerza del agua en su puesto de caza, otro pez aguarda inquieto atento a todo lo que la corriente transporta. La presencia de una mosca artificial flotando en la superficie de las ondulantes aguas llama su atención, provocando una rápida y decidida reacción para capturarla. Ha tomado el señuelo, y en su lucha por desprenderse de el, va a vender cara su vida hasta el último momento.
La fuerza de la corriente y la envergadura de la trucha que se descuelga aguas abajo, va a obligar al pescador a descender para contrarrestar el efecto y evitar así la rotura del fino nailon que sujeta la mosca, comenzando una emocionante pelea de incierto desenlace.
Ese bravísimo pez como bien habéis adivinado todos vosotros no es otro que nuestra bellísima " pintona ", la trucha común, reina indiscutible de nuestros ríos, que tras la reñida batalla va a recobrar de las manos de un pescador deportivo como premio a su esfuerzo por liberarse del anzuelo su libertad.

Tranquilas y confiadas aveces, son en otras ocasiones esquivas y huidizas ante la presencia de algún objeto extraño. No siempre resulta fácil engañarlas con alguna mosca artificial, muchas veces su agudo sentido de la vista y su extremada desconfianza, dan lugar a aparatosos rechazos si la mosca no es la adecuada o la deriva no es la correcta.
Su comportamiento aveces impredecible es bien distinto según los diferentes momentos del día. Cuando están en actividad dedican la práctica totalidad del tiempo a la caza y captura de sus presas, entre las que figuran principalmente peces e invertebrados de todo tipo, desde la captura en superficie de insectos alados, pasando por el rastreo incansable removiendo piedras del lecho del río en busca de larvas y pequeños crustáceos, su enorme voracidad las lleva a ingerir alimentos en algunas fases de su crecimiento de hasta el diez por ciento de su peso.

Los pescadores hemos venido observando con atención sus movimientos y reacciones, buscando siempre la forma más eficaz de capturarlas. Es en el lecho del río donde la pesca guarda para el pescador sus más recónditos secretos. Larvas de tricópteros ( las friganeas ), en busca de asentamiento donde fijar su estuche, o evolucionando libremente por los fondos. Cantos de caprichosas formas y colores caminando con su casa a cuestas o fijados al lecho del río con sus larvas en su interior.
Poderosas e incansables larvas de plecópteros ( los pérlidos ), rastreando los fondos en constante búsqueda de alimentos, respirando con su peculiar forma de bombear el oxígeno a las branquias filamentosas que llevan en su zona ventral hasta alcanzar la madurez, momento en que saldrán al exterior reptando por las piedras y rompiendo la cutícula ninfal que las envuelve para transformarse en insectos alados y afrontar la reproducción como última fase de su corta existencia.
Inquietas larvas planas de Efemerópteros ( los Heptagénidos ), popularmente conocidos como " pardones ", agitando sus branquias para respirar el oxígeno del agua.
Finas y delicadas larvas de Quironómidos ( los Dípteros ), caracterizados por su abultado tórax, por la estrechez de sus alas y las antenas plumosas de los machos, los conocidos como mosquitos inofensivos, emergiendo en vertical ayudados por los gases que produce la crisálida dentro del envoltorio pupal.
Todas estas larvas y muchas más, en un prodigio de la Naturaleza, se van a convertir tras sucesivas mutaciones condicionadas a su crecimiento en insectos alados.

Entre los principales ordenes de insectos que habitan nuestras aguas se encuentran los Efemerópteros, que son los más representativos de todos los insectos conocidos por el pescador, fáciles de identificar por sus cuerpos estilizados, sus largas colas y sus delgadas alas membranosas que mantienen erguidas verticalmente cuando se encuentran en posición de reposo sobre la superficie del agua o posadas en la vejetación de la orilla.
Cuando las larvas de estos insectos acuáticos maduran y forman su paquete alar que adquiere una tonalidad más oscura, es el momento en el que van a salir de entre las piedras y las hierbas de los fondos soltándose por la corriente para ascender a la superficie después de traspasar la siempre difícil película superficial del agua, en un proceso conocido como " emergencia ". Algunas especies como la Caenis Moesta o la Oligoneuriella rhenana (la palometa), iniciarán el vuelo al instante de emerger, transformándose en insectos adultos en el aire, otras especies lo harán derivando por la corriente con sus alas arrugadas mientras bombean la sangre a través de las venas reticulares para endurecerlas antes de iniciar el vuelo, momento en que las truchas situadas muy cerca de la superficie aprovechan para comerse con absoluta tranquilidad las indefensas efímeras.

Apenas han transcurrido veinticuatro horas desde la eclosión como insectos alados ( subimagos ), cuando comienza otro curioso e interesante proceso de mutación, único entre todas las especies de insectos existentes, la transformación de los subimagos insectos aún no adultos, en imagos, insectos adultos actos para la reproducción.
Los subimagos que han sobrevivido al ataque de las truchas y de otros predadores como los pájaros, tras afianzarse con sus patas en algún elemento sólido, el subimago va a mudar todo su antiguo envoltorio en un proceso más lento y costoso que el de la eclosión. Mediante movimientos ondulantes de su abdomen y empujando todo su cuerpo hacia su abultado tórax, va a desgarrarse este obligado por la presión, dando paso a la salida del insecto al exterior con una tonalidad de color mucho más clara y brillante que irá variando paulatinamente a lo largo de las horas siguientes, explicando este fenómeno los diferentes matices de colores que el pescador se ve obligado a tener en cuenta a la hora de montar sus moscas artificiales.

Agruparse es la mejor estrategia de supervivencia para estas efímeras, muchas de ellas acabarán siendo devoradas por los depredadores, pero eclosionado todas juntas es un seguro de vida para perpetuar la especie, las eclosiones pueden ser tan densas en algunas especies de insectos, que aveces hasta los propios depredadores quedan sorprendidos, son sencillamente demasiadas para comérselas a todas.
Con otras de su misma especie va a comenzar de inmediato sus vuelos nupciales, en el transcurso de los cuales tiene lugar el apareamiento y la cópula, al final de la cual van a sobrevolar o a posarse sobre la superficie del agua derivando por la corriente hasta encontrar un lugar adecuado donde las hembras realizarán la puesta de los huevos. Algunas especies lo harán soltando su paquete de huevos muy cerca o al contacto con el agua, que por su mayor densidad se depositarán sobre el fondo del río, otras especies como los Bétidos lo harán introduciendo las hembras todo su cuerpo bajo el agua. De estos huevos nacerán las nuevas larvas que van a vivir bajo el agua un periodo de un año o más, iniciándose con ello un nuevo ciclo vital.
Todo este maravilloso espectáculo de vida y color que alegra y deslumbra la vista del pescador, parece una orgía de efímeras apareándose disfrutando del último día de sus vidas.

Con las alas extendidas flotando arrastradas por la corriente, los frágiles cuerpos sin vida de machos y hembras de estas especies, en el último viaje de su corta existencia como insectos adultos, van a servir nuevamente de cebo a las ambrientas truchas.
La actividad de los peces en el río se multiplica, imagos que se precipitan sobre la corriente al tiempo que otros subimagos emergen, van a conseguir que las truchas no dejen en un buen rato de comer.
Las reiteradas cebas que van formando ondulantes aros sobre la superficie del agua delatan su presencia, atrayendo la atención del pescador avispado, que no va a tardar en presentar su mosca artificial a las voraces truchas, que finalmente irán quedando prendidas del anzuelo víctimas del engaño.

Unas veces con imitaciones de ninfas, otras con ahogadas o emergentes, y algunas más con secas, las capturas pueden prodigarse si se aprovecha el momento. Para ello es necesario observar con atención lo que las truchas estén tomando en cada momento, dispuestos y preparados para cambiar de mosca cuando los primeros rechazos comiencen a producirse, o cuando no tengamos resultados positivos en los primeros lances.

Es en la Naturaleza donde sin duda el pescador encontrará los mejores modelos para confeccionar sus moscas artificiales.
De la observación minuciosa de los insectos han nacido en el transcurso del tiempo imitaciones de todo tipo con las que el pescador ha tratado de atraer sin recelo a las más desconfiadas truchas. El comportamiento aveces misterioso de estos peces nos obliga cada día a agudizar más y más el ingenio para capturarlas, al tiempo que las dificultades que nos presentan nos estimulan a superarlas.

Moscas de las más variadas formas y estilos salen a diario de las manos de sus creadores, desde imitaciones aladas que han de navegar sobre la superficie del agua, a las imitaciones de ahogadas, emergentes y ninfas que tienen que derivar por debajo. La desbordante imaginación de los montadores no parece llegar a tener límite.

Pero no es sólo la voracidad de las truchas la que motiva el ataque hacia una mosca artificial, otros señuelos objetos extraños con apariencia de vida pueden provocarlas una tremenda agresividad que las impulsa a arremeter contra todo elemento intruso que invada su territorio. Ello ha dado lugar a una técnica diferente de pesca, bien conocida por los pescadores de mosca, pero poco practicada en nuestros ríos, y que sirve igualmente para las aguas tranquilas que para las rápidas corrientes, me refiero al streamer, un señuelo creado para provocar en la trucha tanto la voracidad como la agresividad.
La movilidad que le proporcionan los materiales de montaje como son las plumas de ciertas aves y pelos de mamíferos, junto con los nuevos materiales reflectantes cristal flash o cristal chenille, al que se añaden aveces otros exóticos materiales, le confieren un atractivo irresistible para las truchas que en ocasiones le confundirán con grandes larvas acuáticas, orugas o peces, pero que fundamentalmente lo atacarán como un elemento extraño al que deben ahuyentar o destruir.

El concepto de una mosca artificial es mucho más amplio de lo que generalmente podemos creer, y no tiene porque circunscribirse solamente a los insectos naturales por muchos que la Naturaleza nos pueda ofrecer, un ratón artificial o una mosca atractora pueden igualmente provocar el ataque de las truchas.



Todo este mundo de fantasía y color que gira alrededor de la pesca de la trucha, solo es posible si ese maravilloso pez existe.
Tremendamente amenazada por una brutal e incontrolada contaminación de las aguas, hasta hace poco fuente inagotable de vida subacuática, y un salvaje furtivismo que con las más modernas y sofisticadas técnicas han esquilmado importantes tramos de nuestros ríos, perseguida y acosada por pescadores, por administradores públicos incapaces de gestionar los recursos, y por multitud de depredadores naturales y especies invasoras, la trucha, ese bravísimo pez, se refugia en sus últimos reductos en un desesperado intento por sobrevivir.
Es necesario cambiar nuestra mentalidad de pescadores forjada en los años de la abundancia por otra filosofía en consonancia con los tiempos que nos toca vivir. La pesca con muerte es un anacronismo que tiene que desaparecer, nuestros ríos no pueden seguir siendo ejemplo de degradación y muerte.

A punto de comenzar una nueva temporada de pesca en nuestra provincia, ahora más que nunca queridos amigos, debemos pensar en el pescador que viene detrás y devolver estos bellos ejemplares en las mejores condiciones, solo así será posible que todos podamos participar de esa inmensa riqueza sin precio alguno que son los ríos y las truchas.

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