jueves, 4 de julio de 2019

Las Truchas del Órbigo.

Ver subir una trucha de un par de kilos a por la mosca, es una de las mayores satisfaciones para un " mosquero ", sí además te la coje, será sin duda un placer especial entre los placeres. Si a todo esto añades que has creado tu mismo la mosca, entonces habrás conseguido sobrepasar límites de satisfacción inimaginables. Si con todo, esa mosca es una pequeña artificial que a duras penas puedes seguir su deriva entre dos corrientes diferentes, entonces amigo pescador estarás ante uno de los más exigentes retos que un " mosquero " se le puede presentar.

La protagonista

El miércoles pasado me tocó pescar el E.D.S. de Villanueva de Carrizo en el río Órbigo. La mañana la pasé visitando un familiar en Espinosa de la Ribera, un pueblo próximo a este escenario. Después de comer me presenté en el río a las tres de la tarde.

El tramo a pescar ya lo tenia decidido de antemano, así que aparqué el coche a la sombra de unos árboles, muy cerca del río, al lado mismo del puente de hierro, antiguo límite superior.

El río bajaba bien de caudal, quizás algo bajo, pero ideal para pescarlo a mosca seca. Algunas cebadas intermitentes era el panorama a primera vista, nada que hiciera presagiar un buen día de pesca, nada de eclosiones masivas, nada de nubes de tricópteros, nada de exhuvias vacías flotando en el agua,  tan solo algunas efímeras sueltas de tonos claros. 

Até al terminal un flor de escoba. Estas moscas son las mejores para tantear el ambiente, después con el transcurso de los acontecimientos Dios proveerá como decía un buen amigo mio. 

Las subidas se sucedían con bastante frecuencia, pero con desigual efectividad, mientras la mayoría de las truchas rechazaban el tricóptero, otras sin embargo lo tomaba sin mayor recelo. Pronto me di cuenta que había mucha trucha, mi posición dentro del río junto con la posición del sol en esos momentos, me favorecían para ver con toda claridad las truchas apostadas una detrás de otra.

En estas condiciones pescar a pez visto representa una gran ventaja para el " mosquero ". No me refiero a ver el círculo que produce la cebada de una trucha en la superficie del agua, me refiero a ver a la propia trucha, ver su evolución cuando la presentamos la mosca, ver sus movimientos de un lado a otro, de arriba abajo, porque con poca agua, casi nunca están quietas en el mismo sitio.

La rasera

A la media hora de comenzar, veo una silueta grande y oscura en medio de la rasera, a unos cien metros  agua arriba del puente de Carrizo, ¿tal vez una trucha grande pensé?  Al acercarme sigilosamente pude comprobar que se trataba de un hermoso ejemplar de dos kilos, o quizás más, atento  a todo lo que transportaba la corriente.  

El cerebro de un " mosquero " en estas circunstancias, sea cual sea su tensión sanguínea, pone a la trucha sobre una báscula imaginaria y la pesa, y procura no equivocarse demasiado para luego, en caso de capturarla, no llevarse una desilusión. 

La trucha había elegido una postura difícil para presentar la mosca entre dos corrientes diferentes, pensé que por algo estaba allí.
Con el primer lance intenté presentar el flor de escoba como mejor podía, pasó  al lado pero demasiado rápido, ni siquiera se fijó en el, al segundo intento pasó por encima de ella más o menos correctamente y solo lo miró, ni siquiera hizo  amago de subir.
Entre tanto la trucha se desplazó un par de metros aguas arriba, entonces cambié el flor de escoba por una emergente carne en CDC del 20. Tenia  serios problemas para introducir el naylon del 12 por el ojal del anzuelo ¿ los nervios ? Tal vez, no siempre se presenta una oportunidad como esta, y más en los tiempos que corren. 

Lancé por encima de la trucha con suma delicadeza, concentrado en lo que hacía,  la línea voló por el aire y la mosca se posó con esa deliciosa dulzura que la proporciona las fibras de cul de canart, con extremada delicadeza, como lo hacen los copos blancos de polen cuando son liberados de sus ramas por una suave brisa.
Sin embargo, no calculé  bien la distancia y la línea se posó  en la corriente más fuerte, provocando al instante el dragado de la mosca.
Dejé la línea derivar con la corriente sin levantarla hasta haber sobrepasado seis u ocho metros la postura de la trucha para no asustarla. 

Una de las cualidades inherentes a un pescador con mosca es la fe, creer en lo que haces, y a partir de esta fe, que para algunos es virtud, se origina un verdadero culto hacia una determinada forma de pescar, hacia una determinada mosca. Resulta difícil pescar sin fe, sin convinción en lo que haces. Sin la confianza de uno mismo, la pesca con mosca resulta completamente inútil. 

Volví a intentarlo por sexta vez, de repente casi me da un " patatús ", la trucha subió  lentamente a por la mosca, y la clavé como hay que clavar estas truchas, con serenidad y templanza, dando un toque sutil a la caña hacia arriba décimas antes de que  tome la mosca.

Entoces todo sucedió muy rapido, la trucha al verse prendida por el anzuelo salió rabiosa del agua, pegando un salto por lo menos de dos metros, retorciéndose en el aire como si volara, todo lo que pude hacer en ese momento era sujetar la caña mientras la trucha arrancaba como una locomotora río arriba mostrándome su poderío, como diciendo esto solo acaba de comenzar. 

Haciendo alarde de su increíble fuerza, me sacó casi toda la línea de la bobina. En esta primera embestida se fué más de vente metros aguas arriba, el backing ya era visible en la bobina. De nuevo otro salto fuera del agua, daba la sensación de estar viendo algún video de pesca del salmón atlántico, al caer daba tremendos coletazos que provocaban una explosión de espuma. Cada pocos metros de línea que recuperaba, los volvía a perder enseguida. 

Estos primeros diez minutos de tanteo, de lucha de poder a poder no tiene comparación alguna, es un espectáculo apasionante lleno de incertidumbres. Para quienes no hayan tenido la fortuna de experimentar estas sensaciones, les sugiero que visiten este escenario del río Órbigo. 

Entre tanto la trucha seguía tirando de una manera endiablada. mis brazos empezaban a sentir la fatiga producida por la tensión de los músculos, de repente, inesperadamente se dejó descolgar río abajo en dirección a mi posición, entonces empecé a recoger línea a toda velocidad, como si no hubiera hecho otra cosa en mi vida. A ocho metros de donde me encontraba, la trucha se paró y de nuevo la línea se volvió a tensar,  respiré aliviado, supuse que se había parado al verme por primera vez. 

Las sensaciones empezaban a ser positivas, la tenia bien controlada, la trucha desesperada, en su afán de supervivencia, buscaba algo a que aferrarse, pero no lo encontraba, todo estaba limpio a su alrededor, la única escapatoria posible era meterse en la corriente, pero ni siquiera eso seria suficiente para romper el bajo, el agua apenas me llegaba por las rodillas y me golpeaba con poca fuerza.

Noté  por unos torpes movimientos que ella también está fatigada, pero no quería  precipitarme, no quería  cometer ningún error que luego me tubiera que arrepentir, pero lo cometí, actué como un principiante, las ansias de meterla antes de tiempo en la sacadera me cuesta otros doce metros de línea fuera de la bobina, ¡idiota de mí exclamé! El mundo se me vino  encima. 

Los científicos hablan del agujero negro, del origen del universo y la inmensidad del cosmos, pero somos nosotros, los pescadores con mosca los que experimentamos la eternidad comprimida en unos pocos minutos. De pronto, todo el universo es una trucha, y ha estado a punto de marcharse. No tendría perdón de Dios, si por mi torpeza malograra esta captura. 

Entonces hice lo que hay que hacer en estos casos, primero serenarse, y luego cansarla hasta que prácticamente ella sola entre en la sacadera.
Cuando por fin la vi atrapada en la red exclamé, ¡Gracias a Dios! Es hermosa, es una trucha como las de antes.
Mientras la reabilitaba, a duras penas podía hacerla una foto, tuve que salir casi fuera del río, no quería causarla más estrés del que ya tenía, yo también necesitaba un descanso, los dos habíamos terminado agotados. 

En este juego de estrategias, al final siempre suele ganar el más inteligente.
Cuando note que quería marcharse la solté y se fué río arriba, se fué despacio, como resignada por haber perdido la partida, triste por haber sucumbido al engaño de una mosca artificial, pero esperanzada por verse de nuevo libre, pensando que la próxima vez, el pescador que quiera  engañarla va a tener que esforzarse mucho más que en esta ocasión. 

Posiblemente las truchas no hablen, pero en su instinto de supervivencia quedará gravado por mucho tiempo esta desafortunada equivocación que tuvo hoy.

La mosca

Después de este episodio, lo que sucedió posteriormente fueron pequeñas anécdotas, hasta que la sombra de los árboles se adueñaron del río, entonces las grandes de verdad dejaron su morada protectora para pasar a posicionarse sin ningún recelo en las mejores posturas del río.

De nuevo cambié la pequeña mosca por el flor de escoba, ahora sí, ahora lo tomaban sin ninguna precaución.  El carrete cantaba una y otra vez, yo le dejaba que cantara todo lo que quisiera, eran melodías cortas, pero sonaban a gloria, parecía que estaba clavando siempre la misma trucha, pero no, eran truchas diferentes, truchas kileras en su mayoría ¡ increíble!

El reloj marcaba las ocho y media, cada vez tenia más dificultades para ver la trayectoria del tricóptero, al tiempo se levantó algo de viento que rizada el agua, las truchas dejaron de cebarse, al menos con la intensidad que lo habían hecho hasta entonces. 
En ese momento decidí dejar de pescar, ya estaba bien, el Órbigo me había regalado un buen día de pesca, y recompensado con creces muchas horas infructuosas a pie de este hermoso río.

La de la sombra 

Ya en el coche mientras me cambiaba, pensaba que estos escenarios, no sólo nos ofrecen la posibilidad de pasar un buen día de pesca a poco que se muevan las truchas, también estimulan las reuniones de grupos de pescadores, desarrollando encuentros deportivos, competiciones oficiales etcétera, que contribuyen a fortalecer el deporte de la pesca, a que no quede relegada a un mero pasatiempo, e incluso a la desaparición. 

Todos los años, las competiciones incorporan nuevos jóvenes valores, con nuevas ideas y nuevos métodos de pesca, y contribuyen a que el resto de pescadores nos conozcan y nos visiten. Sólo hace falta que el resto de los tramos de los diferentes ríos leoneses, vuelvan a presentar poblaciones de truchas eceptables, aunque no sean como las conocidas hace décadas. 

Antes de arrancar el coche me acerqué a ver por última vez la rasera que había estado pescando. Las truchas seguían cebándose, entonces recordé que aún me quedaba otro permiso para este escenario. Espero tener suerte y poderlo visitar de nuevo esta temporada, no me gusta repetir tramo del mismo río en la misma temporada, pero visto lo visto, quien sabe.

2 comentarios:

  1. Pues otro gran relato que trae recuerdos y le da mucho a la imaginacion y animo con cara al futuro.Yo siempre empiezo y casi acabo con un 5x oun 15.Un tippet del 12? pues quizas si no hay mas remedio,es de dia y es el nuevo power rio flex que tiene un 20% mas de resitencia,Incluso donde hay trucha o reo grande acabo muchas veces con el 4x o un 17.5 pues no puedo darme el lujo que me partan y asi lo saco y reanimo antes.saludos.

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  2. Pues aqui otra vez mas corto.El articulo pues fantastico y para un veterano como yo mas.veo que tienes dos moscas fiables y pues yo tambien tengo dos de esas que no podria vivir sin ellas.Otra cosa,cuando mi hijo no me acompaña al rio ,tenemos un buen amigo en comun;el tan necesaro baston.me acuerdo que la primera vez que lo saque en el Rudron tenia 50 años,pues esa fue la ultima vez que se quedo en su funda.Desde lejos seguire leyendo estos preciosos relatos.En septiembre pesco en Montana pero....ahi no hay mucha historia,ni serrano ni cecina ni un buen vino o culin de sidra para suavizarlo asi que seria solo un relato de truchas.Un saludo amigo.

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