domingo, 27 de noviembre de 2016

De Pesca por la Ribera Baja del Torío

Cuando los pescadores hablamos o escribimos sobre este río, casi siempre nos referimos al tramo medio y alto, olvidándonos a menudo que existe otro tramo, quizás más humilde, menos conocido, pero no por ello menos interesante para la pesca deportiva y la naturaleza.

El Torío desde el puente de Villanueva del Árbol. 

Por esta razón te sugiero que me acompañes para juntos vadear, observar y conocer cada palmo de esta parte baja del río Torío y de paso si me permites, enseñarte mi tierra, colarnos por sus bosques, sus pueblos, costumbres, historia y tradiciones. Quizás mañana esto que te voy a contar no sea lo mismo y no deberías perder esta oportunidad de conocer este tramo bajo del Torío.

Vista parcial de la vega baja del Torío. Al fondo, Villaverde de Abajo.  

Lo primero que te sorprenderá de esta ribera es su monte tupido de roble. En Villanueva del Árbol donde comienza nuestra andadura, es monte de viejas tierras de centeno con grandes calvas en sus laderas, lo mismo sucede en Villasinta, San Feliz del Torío o Villaverde, sin embargo, a la altura de Garrafe y Manzaneda, es todo un bosque de respeto. Así es este paisaje por arriba, pero en la vega, el praderio es lo que manda.

Antes de seguir te diré que la vega de los ríos han sido zonas tradicionalmente muy utilizadas por el hombre para sus actividades agrarias y ganaderas, esto no es casual, ya que albergan terrenos especialmente ricos debido al progresivo depósito de materiales por parte del río en sus crecidas, sin embargo, la cercanía al cauce no está libre de problemas y cada cierto tiempo el río se cobra su tributo ocupando de nuevo lugares que el hombre poco a poco le ha ido arrebatando.

Ahora entenderás por que la cultura popular conocedora de estas cuestiones, ha tratado de contrarrestarlo construyendo un entramado de sebes a modo de diques hechos con sauces, paleras y zarzas, que además de su utilidad para delimitar la propiedad, sirve también para frenar el ímpetu del río durante las crecidas y dar a la vez cobijo a muchas colonias de pájaros y pequeños mamíferos y hasta frutos silvestres como las moras y los brunos.

El praderio y las sebes. Al fondo el monte.  

Verás pueblos a uno y otro lado del río, todos muy cerca del agua, menos Villasinta, Valderilla y Fontanos, que han preferido subirse al monte, quizás por precaución o tal vez para tomar más el sol. El color ocre de la arcilla, es el color predominante de las casas que siempre han estado sujetas a los materiales de la zona y aquí querido amigo, hay poco más que arcilla y canto. 

El verde es el color del verano, para recibir al invierno, el monte y la arboleda eligen su capa parda y tostada y en cualquier caso se percibe que la vida estalla o se contiene, pero siempre se nota.

 El roble es la especie forestal dominante.



El matorral mediterráneo forma parte de estos montes.

Ya sabes que es roble casi todo lo que ves del monte y aun más allá donde no te alcanza la vista, aunque aveces tengas la sensación de estar contemplando un monte apolillado con algunos remiendos como viejos cultivos de cereales, laderas repobladas de pinos raros, calveras, torrenteras acarcavadas en los lomos del monte por lluvias y temporales, pues tiene mucha vida como veras más adelante.

Típica cárcava de este lugar en terreno arcilloso causada por el agua de las lluvias. 

El tojo

Compartiendo con el roble esta tierra pedregosa, se extienden unas plantas que llegarán a serte familiar, son las escobas, las urces y las zarzas o majuelos y una gran variedad de plantas menudas y hierbas como el tojo, con su flor amarilla y ramas espinosas, el tomillo, la achicoria dulce y un largo etcétera que podrás descubrir si tienes la mirada curiosa. 

Este será el cuadro vegetal que podrás contemplar a simple vista practicando la pesca, pero si estas interesado en algo más, entonces tendrás que dejar la caña y adentrarte en el bosque y verás torrenteras acarcavadas donde se refugian una vegetación profusa como los rosales silvestres o rosa canina, conocida por aquí como "agavanzos" que florece de mayo a julio y produce frutos al final del verano de color rojo intenso llamado "tapaculos" o "escaramujos" y es comestible en crudo tras quitar las semillas, también se usa para confeccionar mermeladas, confituras y jaleas. El nombre de rosa canina es un epíteto que se le fue dado por la forma de los aguijones o espinos similares a los caninos de un perro.

También podrás ver escardamulas o "amor de hortelano" de flor color rojo púrpura intenso, el fruto de esta planta es una bola con muchos garfios que se adhieren a los animales para su difusión y cuando se secan se vuelven de color pardo. 

Los majuelos y su fruto los "majolinos" que se pueden comer y también se usan para hacer licor de orujo. El tojo espinoso, la zarzamora, la madreselva o "pata de cabra", la gayuba o "uva de oso" con el fruto de color rojo vivo, la menta silvestre, también llamada "hortelana del perro", es una hierba típica de humedales y es que estas laderas brota agua de numerosos manantiales que en muchos casos no se ven, no afloran a la superficie y solo empapan la tierra.

La alfombra final la componen musgos, tomillos, achicoria, cardos, brezos rastreros, el gordolobo y cientos de hierbas más.

Flor de rosa silvestre de color rosa pálido 

Fruto de la rosa silvestre, " tapaculo "o "escaramujo "

Rodeando los pueblos están los huertos que complementan un recurso básico para muchas familias, en ellos se cultivan preferentemente cebollas, berzas, pimientos, tomates, patatas, guisantes y otras hortalizas. Los árboles frutales son manzanos y perales, pero hay también nogales, ciruelos y alguna higuera. 

Ya en el soto del río veras plantas de viva flor, plantas salvajes que medran a sus anchas como la boca del dragón, la viborera o "lengua de vaca" de color púrpura cuando está en capullo, cambiando a violeta o azul cuando florece. La menta de agua, cola de caballo y muchísimas más que seguro colmarán tu interés por la botánica. 

Si a todas estas plantas que puedes ver añades las setas y hongos, comprenderás el inmenso cosmos vegetal que puede encerrar esta humilde tierra.

Escardamulas o " amor de hortelano "

La huerta

En el praderio podrás observar que hay arboleda suficiente para albergar colonias de cernícalos, urracas, estorninos o "tordos", grajos, cuervos, zorzales, pájaro carpintero o "relinchón", milanos que anidan en los chopos más altos y más difíciles de trepar y las precavidas torcaces. 

En los huertos que te cruces podrás contemplar al petirrojo o "pimentero", un pájaro muy sociable, atrevido y curioso que acostumbra a salir del bosque para instalarse en los huertos donde marca su territorio y si presiente algún peligro o invaden su parcela emite una voz de alerta, chip - chip - chip parecida al del ruiseñor. También podrás ver verderones, verdefinos, jilgueros, carboneras, pinzones y hasta cincuenta especies más. 

Dentro de los pueblos, si te da por visitar alguno, veras golondrinas, vencejos y muchos, muchos gorriones, amén de palomas caseras y quizás entre ellas alguna tórtola. En los tejados abubillas, lechuzas nunca faltan, y en los atardeceres veraniegos muchos murciélagos.

Cernícalo
 

Petirrojo o " pimentero " 

Los mamíferos salvajes quedan prácticamente reducidos a las inmediaciones del lecho fluvial, aunque cuando el río lame la ladera del monte como sucede en Matueca, es buen sitio para el tejón y hasta el propio jabalí baja hasta los huertos y cultivos a hozar en busca de tubérculos y otras presas.

El jabalí " solitario " encuentra en estos montes su palacio. Feo y repulsivo, de orejas rectas y pequeñas, cabeza enorme y desproporcionada, con un cuerpo al que sostienen cuatro patas muy cortas, tiene el olfato y el oído muy finos y la vista de poco alcance, y como su pescuezo carece de juego, no puede girar a un lado ni a otro su enorme cabeza, esta es la razón por la que embiste siempre de frente.

Gusta mucho este animal de hacer un habitáculo en los lugares más recónditos del monte porque detesta el ruido y la vecindad del resto de animales.
Errante siempre, persigue a la hembra con ardor, y con sus eróticas andanzas se le erizan las cerdas sobre el cuello como el penacho de un sombrero tirolés, y va regando la tierra con la blanca espuma que sus dientes destilan. 

Su salvaje y fiera condición, y su valor para hacer frente a su enemigo, hacen de él un feroz y temible adversario, sobre todo desde la edad de los tres a cinco años cuando aún sus colmillos no se han debilitado ni retorcido. Sus costumbres son tan ásperas y duras como su piel, y en cambio tan finos sus sentidos del olfato y el oído que hay que sorprenderle cara al viento en la noche, y en el más absoluto silencio, porque las emanaciones las percibe a gran distancia haciéndole cambiar momentáneamente de ruta.

Al llegar la primavera y el verano con sus radiantes campos de trigo y amapolas, el "solitario" saliendo hosco de su guarida, con su aspecto repulsivo, su gran cabezota y la mirada de sus ojos cerdosos y pequeños fijos siempre en la tierra, se acerca a los cultivos y tal destrozo hace en ellos con sus temibles colmillos que en breve tiempo convierte el lugar en el más desolado del campo.

Es pues el javali un puerco salvaje, un feroz animal libre e indómito, que no ha sido ni será jamás esclavo ni amigo del hombre. Sin embargo, no es el javali una bestia feroz, sus anhelos son tres : el primero encaramarse plácidamente durante el día en lo más recóndito del monte, el segundo, que no le hostiguen cuando al llegar la noche sale a buscar su alimento cotidiano basado fundamentalmente en raíces, castañas, bellotas, frutos y granos de toda especie, y saciar luego su sed en charcas y regatos, la tercera es perpetuar la especie como cualquier otro animal con el más absoluto respeto.

También algunos ejemplares de oso pardo se acercan hasta esta zona atraídos por las colmenas, algunos no dudan en acercarse a pocos metros de las poblaciones ribereñas para zamparse la miel, una de sus pasiones alimenticias. Son animales muy astutos y cautelosos por lo que resulta difícil sorprenderles, salvo que les esperemos de noche y siempre contra el viento. 

Seria imposible relatarte el mundo de los insectos terrestres, solo decirte que son una parte imprescindible de la vida, sin ellos no verías ni pájaros ni peces en el río, ni plantas florecer en primavera, ni otras vidas.

Manto de Oro ( Lycaena virgaureae )

Este monte que ves a tu alrededor, como todo monte leonés, tiene inquilinos permanentes entre los que destaca el lobo, el corzo y el raposo, hay también liebres y conejos silvestres y una larga lista de fauna menor entre hurones, ardillas, musarañas, lirones, ratones, topillos y alguna culebra de escalera.

La ardilla no se contenta con tener una sola casa o nido, sino que se permite el lujo de tener varios, lujo o picardía, lo cierto es que tiene varias casas y con dos puertas : una la principal, orientada al mediodía para tomar el sol y la otra de escape y con mucho confor, con musgo y brozas finas que recoge con esmero y también con plumas de los nidos de los pájaros que roba con astucia. 

Son tan sensibles a los cambios atmosféricos como las aves acuáticas, a la primera señal de mal tiempo cada ardilla se introduce en su nido, una vez allí, tapan los agujeros por donde penetra el viento y a dormir hasta que pasa el temporal, aveces se reúnen varias en el mismo nido para ir conllevando el miedo. Cuando huye de un peligro, trepa siempre por el lado del árbol opuesto a donde cree que está su enemigo, se oculta bien y no saca más que la cabecita para enterarse de lo que pasa. Se alimenta con granos, frutas, bayas retoños y especialmente con piñas.

Es cosa muy agradable y entretenida verlas comer, singularmente piñas, se sientan graciosamente en una rama echando la cola sobre la cabeza, sujetan la piña con las patitas delanteras y después de darla muchas vueltas y mirarla y remirarla, la arrancan las escamas una a una y van sacando los piñones que roen con lentitud y comen con delicadeza de refinado sibarita. En años de mucha nieve que no pueden almacenar provisiones, suelen morir muchas en los nidos. 

Podrás ver también al arrendajo común o "gayo" con su plumaje muy llamativo y un obispillo blanco encima de la cola, se trata de un pájaro muy ruidoso y poco sociable, se pasa media vida escondiendo y almacenando bellotas de los robles y las que roba de otros animales como las de la ardilla para consumir en invierno. 

También podrás ver a la lechuza y algún milano real en vuelo de observación. Alcotanes, búhos, aguiluchos y otros cincuenta pájaros más vuelan y anidan en esta fronda. 

Las perdices frecuentan las tierras de labor, si presienten algún peligro, en vez de apeonar como lo hacen en Tierra de Campos, emprenden un vuelo rasante todo el bando hacia el monte donde se sienten seguras. 

Si andas con sigilo, en más de una ocasión te sorprenderá el aleteo explosivo  y ruidoso de las torcaces sesteando a la sombra que las proporciona los robles y si el paseo es en otoño o invierno, posiblemente te tropieces con alguna becada o choca perdiz, pues esta ave tiene en estos montes su hábitat preferido. 
Te resultará difícil distinguirla entre la hojarasca gracias al camuflaje perfecto de su plumaje, aunque es muy raro que a tu paso aguante posada, tan solo aguanta cuando se siente acosada por el perro del cazador. Durante el día permanece escondida, solo al anochecer sale a alimentarse principalmente de lombrices hundiendo su largo y fino pico en la tierra.

Becada o choca perdiz  (pitorra).

El río

El Torío nace montañero en Piedrafita, se hace callejón en las Hoces de Vegacervera y se convierte en pura ribera antes de llegar a la ciudad de León donde cada temporada se debate entre las crecidas y el estiaje, pero sigue siendo un río natural en esta ribera baja, y como tal te encontrarás con raseras y corrientes más o menos rápidas, separadas por pozos y tablas de aguas más someras, algunos tramos en escalera, caleños, remansos, tablas profundas, algún puerto y canal de riego.  

El fondo está compuesto de canto rodado y en algunas partes podrás observar una especie de roca de tonos ocre, que no es otra cosa que un conglomerado de materiales que se han erosionado con el tiempo formando pequeños pozos y cavidades donde se refugian las truchas cuando comienza el estiaje que por aquí suele ser muy severo. 

La vegetación subacuática es escasa, debido entre otras causas a las fuertes crecidas que tiene que soportar este río casi todos los años, incrementando la velocidad del agua desde que los gobernantes se empeñaran en canalizarlo, osea hacerlo recto en algunos tramos, empleando un modelo memo e ingenieril de alicatado a base de grandes piedras y hormigón, provocando que el resultado final sea un caudal perfecto pero que origina cambios radicales en todo el ecosistema del río. 

Tan solo veras las piedras tapizadas de un alga verde un poco resbaladiza que en ocasiones te hará perder el equilibrio y bailar por unos momentos el charlestón, pero que tiende a desaparecer a medida que transcurre la temporada de pesca. 

Para algunos gobernantes, esta parte baja del Torío no ha sido más que un montón de agua que había que doblegar y encauzar hasta la extenuación y el estiaje.
Debes saber querido amigo, que en poco o nada se parece este río a lo que un día fue. Es tal la transformación que ha sufrido, que será prácticamente imposible que algún día llege a recuperar su pasado esplendor. Sin embargo, a pesar del maltrato que a diario tiene que soportar, el Torío siempre se ha caracterizado por la capacidad regeneradora de vida, por eso sigue siendo un río truchero de renombre y lleno de vida.

Encauzamiento del río en algunos tramos. 



El Torío a principios de temporada, (puente de Manzaneda).

A mediados de temporada, (mismo lugar).

Con las truchas conviven barbos, escallos, bogas y bermejuelas, cuya pesca ha sido diversión de pequeños y no tan pequeños. Todos estos peces tienen una aleta dorsal y no poseen dientes en la boca como las truchas, pero si los tienen en la garganta con los que trituran el alimento. 

Es frecuente ver a las hembras de los sapos en primavera portando y depositando los huevos fecundados, "la sapina". Tienen mala fama entre los pescadores por que se les achaca el amedrentar a las truchas que dejan de moverse y se refugian en los pozos. 

También la colmilleja tiene aquí su hábitat. Es el más humilde y pequeño de nuestros peces, solo mide tres o cuatro centímetros, vive en el fondo del río y se pasa el día rebuscando su alimento en las graveras y arenas del lecho fluvial. Tiene tres pares de barbillones al rededor de la boca y una espina debajo del ojo alojada en una foseta que puede erguir como elemento defensivo. 

Carente de interés como especie deportiva por su escasisíma talla, la colmilleja cumple un inestimable papel ecológico consistente en la retirada de material orgánico del río, contribuyendo al mantenimiento de la pureza de las aguas. En todos aquellos remansos limosos donde pueda hozar con sus pequeños barbillones, ella rebuscará desde el crepúsculo hasta el alba diminutas partículas detríticas orgánicas y las transformará en carne de si misma, que un día cualquiera será alimento de la culebra de collar, de la urbana cigüeña, de la garza real, o del martín pescador que siempre presuroso sobrevuela rasante el río, actuando así como almacén temporal del material orgánico que pudriria el agua si se acumulase. 

Por eso la colmilleja no sólo ha de tener el respeto que toda criatura viva merece, sino aumentado en el más alto grado por ser un eficiente auxiliar en la limpieza de los ríos y que los pescadores siempre hemos valorado como la sociedad en su conjunto comienza a valorar, por las recurrentes y persistentes sequías que nos flagelan y que seguirán presentes en nuestras vidas, pues son fruto peculiar de nuestro clima agravado por el cambio climático.

La colmilleja 

En los árboles de las orillas que enfajan el río siempre hay una buena pajarada en espera pacienzuda de que los subimagos despierten de su letargo. Zarceros, mosquiteros, lavanderas y algún pinzón no paran de saltar nerviosos de rama en rama en espera de que comience el festín diario. 

Cerca del agua anda siempre el avetorillo que además de alimentarse de insectos y crustáceos, también lo hace de pequeños peces a los que captura con un picotazo rápido y preciso. 

Apeonando incansable por los rabiones anda  el mirlo acuático en busca de larvas de insectos. Si tienes surte también podrás ver al chorlito chico sacando adelante la pollada entre los guijarros de las orillas, al policromado abejaruco, incansable cazador de insectos alados, la urbana cigüeña, la garza real de plumaje gris azulado y de aspecto elegante y pausado vuelo, la flecha cobalto y roja del martín pescador en vuelo rapidísimo, especialista en arponear en picado alevines de bermejuelas, el ánade real y las pollas de agua son también asiduos de esta ribera. 

El principal concierto pajaril audible lo compone el silbido de la oropéndula, visitante estival de esta parte baja del Torío, la flauta del ruiseñor, la estrofa explosiva del ruiseñor bastardo, denominado por aquí como chiquili-chiquili, el relincho del pájaro carpintero y otros tantos pájaros más ligados al cauce.

El abejaruco 

El martín pescador en vuelo rapidísimo.  

Dos serpientes frecuentan esta ribera: la culebra de collar y la viperina, llamadas también culebras de agua, la más común es la viperina de dorso rojizo y negro, es depredadora de pequeños peces, su actitud de defensa es aplastar el cuerpo y hacer ademán de morder como si fuera una víbora. 

También la inofensiva culebra de collar de tono verde oliva con el collar amarillo anaranjado, al no producir veneno su defensa más frecuente es expeler un fluido de olor fétido, otras veces cuando se siente acosada fingir que esta muerta.

Culebra viperina. 

Culebra de collar. 

Un sinfín de pequeños animales deambulan entre las piedras del fondo como larvas de insectos, moluscos, crustáceos y algunos más. De este conjunto los más interesantes para ti son los insectos acuáticos como los Ephemerópteros, los Pérlidos, las Friganeas y los mosquitos. 

El ciclo biológico de estos insectos incluye metamorfosis que implica como seguramente tu bien sabes profundos cambios hasta llegar a la false adulta o imago. Si la metamorfosis es completa como sucede con las Friganeas o mosquitos, las formas juveniles se llaman larvas que son activas y pupas normalmente inactivas.

Si la metamorfosis es incompleta como las efímeras o los pérlidos, toda la etapa juvenil es activa, algunos pescadores las llaman ninfas, mientras otros prefieren reservar este nombre para los individuos que ya tienen esbozos de alas, osea que el saco alar lo tienen más o menos desarrollado y oscurecidos y utilizando el término de larva para los estados previos que carecen de dicho esbozo.

Cangrejo de río autóctono. En la actualidad con medidas especiales de protección. 

Cómo ya te dije al referirme a los insectos terrestres, seria imposible describir cada especie de estos insectos acuáticos, además te resultaría aburrido, solo decirte que necesitarás varios días si quieres conocer y pescar todo esta parte baja del Torío. 

Los tramos o sectores de esta parte baja del río son más o menos todos iguales. Personalmente, me gusta el tramo que va desde el puente que da acceso al pueblo de Manzaneda hasta el siguiente puente a la altura de la finca experimental de plantas de la Junta de Castilla y León, perteneciente al pueblo de Manzaneda. 

Aguas arriba de este puente hay otro tramo muy interesante hasta el pueblo de Matueca. Antes de la nueva ley de pesca, era uno de los más visitados por los pescadores locales. También desde Matueca hasta el antiguo tramo sin muerte de Pedrún es interesante pescarlo. El tramo que va de Garrafe hasta el puente colgante de La Flecha y aguas arriba de este puente colgante, también son muy buenos, aunque en verano, esta parte baja queda muy mermada de agua. 

El primer tercio de la temporada te encontrarás con poca actividad en superficie, si acaso alguna ceba esporádica a pardones y olivas de principios de temporada. 
Antes, hace algunos años, a mediados del mes de marzo que se iniciaba la desveda, era habitual ver cebarse las truchas al mediodía con verdadero frenesí. Algo más adelante, en el mes de abril,  comenzaba a salir la Brachycentrus subnubilis "la sarnosa" que llamamos aquí, era una mosca que daba mucha trucha. 

También la mosca de mayo o mosca de la piedra daba las mayores truchas del río, pero por una razón u otra, estos dos insectos acuáticos han dejado de emerger y prácticamente apenas se ven, siendo irrelevantes para la dieta de las truchas.  

La verdad es que hecho mucho de menos estos dos insectos, como también hecho de menos a los cientos de pescadores que abarrotaban este ribera baja del Torío con todo tipo de cañas y señuelos, pero sobre todo hecho de menos la cantidad y calidad de las truchas que tenía esta parte baja del Torío. Esta es la razón por la cual solo lo pesco un par de veces en toda la temporada. 

Nunca pensé que llegaría a pescar este tramo bajo del Torío con la técnica de pesca al "hilo", pero hay que adaptarse a las nuevas circunstancias y la verdad es que me sorprendió gratamente la eficacia de esta técnica cuando la use por primera vez hace unos años y no dejo de practicarla cuando las circunstancias lo requieren. 
Si no la conoces y estás interesado en conocerla, en este mismo blog puedes consultar una entrada dedicada a este método de pesca, solo tienes que ir a etiquetas y hacer clic en " literatura de pesca ". 

En cuanto a los perdigones pesca bien el "púrpura" con bufanda roja, papo anaranjado y de cresta una lágrima de barniz negro. Avanzada la temporada y en ausencia de cebas, lo que más truchas mueve en aguas rápidas son los tricópteros flor de escoba de los números 16 y 18. Para aguas más someras alguna emergente, preferentemente con pluma clara de los números 18-20. Aquí te dejo un enlace para que hechos un vistazo a esta mosca que aquí es muy efectiva, la Serratella ignita. la "oliva".

También da buenos resultados a partir del segundo tercio de la temporada, una hormiga en tamaño pequeño (18-20) montada en parachute con el poste bien visible y presentada  por debajo de las ramas de las salgueras que rozan la superficie del agua. 

La pesca en general, pero especialmente en estos escenarios, debe ser pausada y ordenada y siempre rodeada de discreción. 
El fracaso del pescador muchas veces se atribuye a los señuelos mal elegidos o mal utilizados, a una técnica inadecuada, al tiempo o a la mala suerte, sin embargo, la razón suele ser en la mayoría de los casos una mala aproximación al pez que se asusta y huye antes de que se le pueda tentar. 

Al río y a la postura hay que llegar lo más discretamente posible aprovechando la vegetación u otro obstáculo para no ser visto, evitando hacer movimientos bruscos y ruido al andar y que los cantos del fondo no choquen unos con otros. En aguas lentas procurar no hacer olas y si es inevitable esperar quietos a que desaparezcan. Pero seguramente tu eres un gran pescador y no necesitas de estos consejos.

Perdigón púrpura 

Tricóptero flor de escoba 

Este recorrido por mi tierra no estaría completo si no te hablara de la gente, de nuestra historia y nuestras costumbres. No se sabe quién pudo ser el primer poblador de esta ribera baja del Torío, desde luego no fue gente muy establecida porque han dejado escasas huellas.

Quienes si dejaron rastro fueron los astures, pobladores mayoritarios de estas tierras antes de la colonización romana. Los astures como otras tribus Hispanas, eran descendientes de antiguos invasores hace unos cuatro mil quinientos años. Aquellos invasores venidos de muy lejos eran mongoles y esteparios euroasiáticos, aquí se plantaron exterminando a todo varón y librando a las mujeres para seguir pariendo con la semilla del invasor. De aquellas gentes mongolas descendieron los pueblos ibéricos de la Hispania descrita por Roma.

Los astures vivían en castros construidos sobre estos cerros que ves a tu alrededor, su agricultura era elemental y se les daba mejor la caza y el pastoreo que la pesca. Eran gentes indómitas guerreras que causaron mucho dolor a los romanos que conocieron esta tierra cincuenta años a.d.C.  Roma se dejó notar por estos parajes después de que se construyera el campamento militar por la Legio VII Gemina, en lo que posteriormente seria la ciudad de León en el año 68. 

Toda esta zona fue territorio abandonado, no se instalaron en ella ni árabes ni cristianos, solo a partir de la Reconquista comenzaron a levantarse monasterios, poblados y caseríos. Los dueños de las tierras eran de todo tipo, abades, algún noble con señorío, ciudadanos libres y hasta las hijas del rey ya que toda esta ribera fue infantado del Torío. 

Como te darás cuenta no es tierra esta de monumentos, se nota que no hubo aquí más señorío que el eclesiástico y algún lugareño enriquecido. Los monumentos más destacados son las iglesias, alguna casona blasonada y quizás las ruinas de anteriores poblados y monasterios como el de Abellar en Canaleja del Torío, uno de los más importantes de la cultura astur-leonesa. Las iglesias son construcciones del siglo XVII y XVIII con continuas restauraciones, en su mayoría son iglesias humildes como la de Villarrodrigo de las Regueras donde me bautizaron hace hace ya muchos años.

Iglesia de Villarrodrigo de las Regueras. 

Anteriores en el tiempo son las ermitas o lo que queda de ellas, hay casi una en cada pueblo como la de Villamoros de las Regueras del siglo X, pero la más popular es la de Boínas, último vestigio del antiguo poblado medieval de Godinas, se encuentra escondida en un rincón del valle que divide las dos laderas del monte, justo al lado del río Torío, rodeada de prados y bosques, como si no quisiera enseñar a nadie su belleza, como si quisiera esconderse de miradas curiosas, desde luego, ni San Francisco de Asís hubiera elegido mejor lugar para la oración y el sosiego. Del que no queda ni las ruinas es del monasterio de San Julián cerca de Ruiforco del Torío, fundado por el caballero Runforco a quien le fue encomendado por parte del Rey Alfonso III la repoblación de parte de esta ribera. 

Si tienes interés en el arte religioso, lo más destacado lo puedes encontrar en el santuario de Manzaneda que formó parte de un antiguo cenobio fundado por los monjes mozarabes provenientes del califato de Córdoba a los que el Rey Alfonso III ordenó instalarse en estas tierras para colonizarlas y repoblarlas. Este santuario bien merece una visita. Si te decides a visitarlo, te sorprenderá el colorido de la bóveda y el impresionante retablo del templo.

Ermita de Boínas. 

Santuario de Manzaneda. 

Pero la historia real, la historia de cada día fue y es, aunque en menor medida, la de gentes trabajando de sol a sol la subsistencia, gentes adiestradas en el trabajo duro. 

Tienes que saber que estás recorriendo con migo la patria del ganado y el azadón, la del hocil al cinto y podadera al hombro. Vivir aquí ha requerido no poco esfuerzo de las familias, gentes austeras en sus costumbres, aunque no poco alegres en sus fiestas patronales y romerías y se les nota una vieja hidalguía que da el saberse libre de señoríos desde hace siglos. Tendrán lo justo, pero han sido dueños de su presente y lo notarás en el talante abierto y digno con que te recibirán. 

Como todas las gentes leonesas somos el resultado de cruces y repoblaciones, como las mismas truchas que te deseo pesques muchas. Que nadie te hable de truchas autóctonas o de gentes dominantes, ni descendientes de astures, somos gentes descendientes de varias razas y colonizadores, lo mismo que un perro callejero, pues tenemos en nuestra sangre algo de romano mediterráneo, de godo europeo, algo de judío, y mucho de moro africano. Somos hombres y mujeres nacidos de aquellos pueblos que un día se inventaron en la Reconquista, emparentados con gentes de otras riberas y latitudes.

Aperos agrícolas 

Cuando se instalaron los primeros repobladores medievales, aquellos que inventaron estos pueblos que ahora ves, tuvieron que vivir fundamentalmente del ganado para los que reservaban los mejores pastos y todo ese praderio que tan familiar no son a los pescadores que llaman comunes, son de todos y todos los vecinos pueden mandar a ellos sus vacas o caballos. 

En este escenario, el calendario rural estaba marcado por un invierno desde noviembre hasta abril en que las actividades se reducían al pastoreo, limpieza de prados, cuidado de las cuadras, la matanza y las reparaciones o elaboración de utensilios y aperos agrícolas y todo el material necesario para la temporada agraria que comenzaba en noviembre con la preparación de las tierras de secano, en marzo con el sembrado y en julio y agosto con la siega del cereal. Antes en junio se le daba el primer corte a la hierba de los prados para secarla al sol y guardarla luego en el pajar, el segundo corte se le daba y se sigue dando en septiembre y octubre con la otoñada. 

Como comprenderás, en una población eminentemente agrícola y ganadera, veras poca industria. El arte popular ha sido aquí el nacido de la fragua y la construcción. Cuando se tiene que vivir de los recursos más inmediatos, el ingenio se afila para no tener que pagar lo que uno mismo puede hacer. Hasta no hace mucho, cada hombre de esta ribera sabia algo de carpintería, fontanería, albañilería, electricidad y hasta curtición del cuero, amén de la infinidad de trabajos y manualidades de las mujeres que han sido de siempre más artesanas que los hombres, ellas eran las encargadas de lavar, cardar y tejer la lana, casi todas las tareas de la casa y del corral tenían a la mujer como protagonista, ellas amasaban el pan, adobaban la matanza o hacían mermeladas y conservas, además de cuidar de los hijos. 

Pero el arte popular por excelencia de esta tierra ha sido la construcción, el arte de hacer adobes y tapial, de cantear los cantos del río o de aplomar muros, que prácticamente ha desaparecido.

Típica construcción de adobe y piedra 

Una cultura como esta solo ha podido sobrevivir aferrada a un sistema de tradiciones, de normas comunes y hereditarias, de costumbres que han ido perdiéndose en el tiempo. 

Las tradiciones establecidas fueron las relacionadas con la vida cotidiana y los recursos que ofrecía la tierra como la "vecera" o turno de vecinos para cuidar los ganados del pueblo, los "cotos" o zonas reservadas a pastos de temporada, el "concejo" aun hoy vigente y del que forman parte todos los vecinos cabeza de familia y mayores de edad que vivan solos o en compañía. 

En estos concejos, la mujer mucho antes que en el resto de Europa, podía participar con voz y voto. El toque de "rebato" o repique de campanas, para alertar a los vecinos de incendios, tormentas o cualquiera otra desgracia, la "hacendera" o trabajos comunitarios que debían acudir todos los vecinos por ser de utilidad común, aunque no siempre era así, el "rebusque" que toleraba que un vecino atropara las patatas o espigas después de haber sido cosechada la finca por el propietario. 

Como costumbre social destacó en su día la "filandera" o "filandón" una especie de velada de cháchara y cotilleo en la que se comentaba la vida del pueblo, se tejia, se remendaban calcetines, se apalabraban negocios o simplemente se hilaba una historia con otra.

También se pasaba de un vecino a otro "el palo de los pobres" para atender por turnos a los necesitados que llegaran al pueblo o la "derrota", costumbre de abrir todas las cercas de los prados para que el ganado de los más pobres del pueblo pudieran aprovechar desde otoño la hierba de la vega. Las tradiciones religiosas han aguantado mejor el paso del tiempo como las fiestas patronales, aunque como el cine, ya no es lo mismo.

Filandón, cuadro de 1872, Luis Álvarez Catalá

El modo de vida de estos pueblos castigados por la despoblación ha cambiado radicalmente. Ya no verás tantas tierras de centeno por las laderas del monte como antes, ni parvas en las eras de los pueblos antes de separar el grano. Hoy el principal recurso es la ganadería vacuna cumplimentado con los productos de la huerta y el monte, también los recursos sociales de pensiones y trabajos que algunos vecinos pueden hacer en la ciudad de León. 

Querido amigo pescador o no, si te decides a venir y conocer esta humilde tierra de la ribera baja del Torío, seguramente habrá cosas que te llamen la atención, informaciones que te de la gente con la que te cruces, quizás oigas alguna canción popular, o tal vez te llame la atención una planta rara o un simple insecto que ha despertado tu curiosidad, sea lo que fuere, eso lo tendrás que escribir tu mismo en tu memoria para que algún día puedas contárselo a tus amigos o a tus hijos.

Mi madre con mi hermano Luís y yo en Villamoros de las Regueras, río Torío. 

1 comentario:

  1. Gran historia la de españa y todas sus zonas en este caso la de leon.Con razon estrañas esas moscas y sus eclosiones,los pardones,los rodanis que donde los hay puedes pescar a seca y guardar el hilo.saludos.

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