domingo, 27 de noviembre de 2016

De Pesca por la Ribera Baja del Torío

Cuando los pescadores hablamos o escribimos sobre este río, casi siempre nos referimos al tramo medio y alto, olvidándonos a menudo que existe otro tramo, quizás más humilde, menos conocido, pero no por ello menos interesante para la pesca deportiva y la naturaleza.

El Torío desde el puente de Villanueva del Árbol. 

Por esta razón te sugiero que me acompañes para juntos vadear, observar y conocer cada palmo de esta parte baja del río Torío y de paso si me permites, enseñarte mi tierra, colarnos por sus bosques, sus pueblos, costumbres, historia y tradiciones. Quizás mañana esto que te voy a contar no sea lo mismo y no deberías perder esta oportunidad de conocer este tramo bajo del Torío.

Vista parcial de la vega baja del Torío. Al fondo, Villaverde de Abajo.  

Lo primero que te sorprenderá de esta ribera es su monte tupido de roble. En Villanueva del Árbol donde comienza nuestra andadura, es monte de viejas tierras de centeno con grandes calvas en sus laderas, lo mismo sucede en Villasinta, San Feliz del Torío o Villaverde, sin embargo, a la altura de Garrafe y Manzaneda, es todo un bosque de respeto. Así es este paisaje por arriba, pero en la vega, el praderio es lo que manda.

Antes de seguir te diré que la vega de los ríos han sido zonas tradicionalmente muy utilizadas por el hombre para sus actividades agrarias y ganaderas, esto no es casual, ya que albergan terrenos especialmente ricos debido al progresivo depósito de materiales por parte del río en sus crecidas, sin embargo, la cercanía al cauce no está libre de problemas y cada cierto tiempo el río se cobra su tributo ocupando de nuevo lugares que el hombre poco a poco le ha ido arrebatando.

Ahora entenderás por que la cultura popular conocedora de estas cuestiones, ha tratado de contrarrestarlo construyendo un entramado de sebes a modo de diques hechos con sauces, paleras y zarzas, que además de su utilidad para delimitar la propiedad, sirve también para frenar el ímpetu del río durante las crecidas y dar a la vez cobijo a muchas colonias de pájaros y pequeños mamíferos y hasta frutos silvestres como las moras y los brunos.

El praderio y las sebes. Al fondo el monte.  

Verás pueblos a uno y otro lado del río, todos muy cerca del agua, menos Villasinta, Valderilla y Fontanos, que han preferido subirse al monte, quizás por precaución o tal vez para tomar más el sol. El color ocre de la arcilla, es el color predominante de las casas que siempre han estado sujetas a los materiales de la zona y aquí querido amigo, hay poco más que arcilla y canto. 

El verde es el color del verano, para recibir al invierno, el monte y la arboleda eligen su capa parda y tostada y en cualquier caso se percibe que la vida estalla o se contiene, pero siempre se nota.

 El roble es la especie forestal dominante.



El matorral mediterráneo forma parte de estos montes.

Ya sabes que es roble casi todo lo que ves del monte y aun más allá donde no te alcanza la vista, aunque aveces tengas la sensación de estar contemplando un monte apolillado con algunos remiendos como viejos cultivos de cereales, laderas repobladas de pinos raros, calveras, torrenteras acarcavadas en los lomos del monte por lluvias y temporales, pues tiene mucha vida como veras más adelante.

Típica cárcava de este lugar en terreno arcilloso causada por el agua de las lluvias. 

El tojo

Compartiendo con el roble esta tierra pedregosa, se extienden unas plantas que llegarán a serte familiar, son las escobas, las urces y las zarzas o majuelos y una gran variedad de plantas menudas y hierbas como el tojo, con su flor amarilla y ramas espinosas, el tomillo, la achicoria dulce y un largo etcétera que podrás descubrir si tienes la mirada curiosa. 

Este será el cuadro vegetal que podrás contemplar a simple vista practicando la pesca, pero si estas interesado en algo más, entonces tendrás que dejar la caña y adentrarte en el bosque y verás torrenteras acarcavadas donde se refugian una vegetación profusa como los rosales silvestres o rosa canina, conocida por aquí como "agavanzos" que florece de mayo a julio y produce frutos al final del verano de color rojo intenso llamado "tapaculos" o "escaramujos" y es comestible en crudo tras quitar las semillas, también se usa para confeccionar mermeladas, confituras y jaleas. El nombre de rosa canina es un epíteto que se le fue dado por la forma de los aguijones o espinos similares a los caninos de un perro.

También podrás ver escardamulas o "amor de hortelano" de flor color rojo púrpura intenso, el fruto de esta planta es una bola con muchos garfios que se adhieren a los animales para su difusión y cuando se secan se vuelven de color pardo. 

Los majuelos y su fruto los "majolinos" que se pueden comer y también se usan para hacer licor de orujo. El tojo espinoso, la zarzamora, la madreselva o "pata de cabra", la gayuba o "uva de oso" con el fruto de color rojo vivo, la menta silvestre, también llamada "hortelana del perro", es una hierba típica de humedales y es que estas laderas brota agua de numerosos manantiales que en muchos casos no se ven, no afloran a la superficie y solo empapan la tierra.

La alfombra final la componen musgos, tomillos, achicoria, cardos, brezos rastreros, el gordolobo y cientos de hierbas más.

Flor de rosa silvestre de color rosa pálido 

Fruto de la rosa silvestre, " tapaculo "o "escaramujo "

Rodeando los pueblos están los huertos que complementan un recurso básico para muchas familias, en ellos se cultivan preferentemente cebollas, berzas, pimientos, tomates, patatas, guisantes y otras hortalizas. Los árboles frutales son manzanos y perales, pero hay también nogales, ciruelos y alguna higuera. 

Ya en el soto del río veras plantas de viva flor, plantas salvajes que medran a sus anchas como la boca del dragón, la viborera o "lengua de vaca" de color púrpura cuando está en capullo, cambiando a violeta o azul cuando florece. La menta de agua, cola de caballo y muchísimas más que seguro colmarán tu interés por la botánica. 

Si a todas estas plantas que puedes ver añades las setas y hongos, comprenderás el inmenso cosmos vegetal que puede encerrar esta humilde tierra.

Escardamulas o " amor de hortelano "

La huerta

En el praderio podrás observar que hay arboleda suficiente para albergar colonias de cernícalos, urracas, estorninos o "tordos", grajos, cuervos, zorzales, pájaro carpintero o "relinchón", milanos que anidan en los chopos más altos y más difíciles de trepar y las precavidas torcaces. 

En los huertos que te cruces podrás contemplar al petirrojo o "pimentero", un pájaro muy sociable, atrevido y curioso que acostumbra a salir del bosque para instalarse en los huertos donde marca su territorio y si presiente algún peligro o invaden su parcela emite una voz de alerta, chip - chip - chip parecida al del ruiseñor. También podrás ver verderones, verdefinos, jilgueros, carboneras, pinzones y hasta cincuenta especies más. 

Dentro de los pueblos, si te da por visitar alguno, veras golondrinas, vencejos y muchos, muchos gorriones, amén de palomas caseras y quizás entre ellas alguna tórtola. En los tejados abubillas, lechuzas nunca faltan, y en los atardeceres veraniegos muchos murciélagos.

Cernícalo
 

Petirrojo o " pimentero " 

Los mamíferos salvajes quedan prácticamente reducidos a las inmediaciones del lecho fluvial, aunque cuando el río lame la ladera del monte como sucede en Matueca, es buen sitio para el tejón y hasta el propio jabalí baja hasta los huertos y cultivos a hozar en busca de tubérculos y otras presas.

El jabalí " solitario " encuentra en estos montes su palacio. Feo y repulsivo, de orejas rectas y pequeñas, cabeza enorme y desproporcionada, con un cuerpo al que sostienen cuatro patas muy cortas, tiene el olfato y el oído muy finos y la vista de poco alcance, y como su pescuezo carece de juego, no puede girar a un lado ni a otro su enorme cabeza, esta es la razón por la que embiste siempre de frente.

Gusta mucho este animal de hacer un habitáculo en los lugares más recónditos del monte porque detesta el ruido y la vecindad del resto de animales.
Errante siempre, persigue a la hembra con ardor, y con sus eróticas andanzas se le erizan las cerdas sobre el cuello como el penacho de un sombrero tirolés, y va regando la tierra con la blanca espuma que sus dientes destilan. 

Su salvaje y fiera condición, y su valor para hacer frente a su enemigo, hacen de él un feroz y temible adversario, sobre todo desde la edad de los tres a cinco años cuando aún sus colmillos no se han debilitado ni retorcido. Sus costumbres son tan ásperas y duras como su piel, y en cambio tan finos sus sentidos del olfato y el oído que hay que sorprenderle cara al viento en la noche, y en el más absoluto silencio, porque las emanaciones las percibe a gran distancia haciéndole cambiar momentáneamente de ruta.

Al llegar la primavera y el verano con sus radiantes campos de trigo y amapolas, el "solitario" saliendo hosco de su guarida, con su aspecto repulsivo, su gran cabezota y la mirada de sus ojos cerdosos y pequeños fijos siempre en la tierra, se acerca a los cultivos y tal destrozo hace en ellos con sus temibles colmillos que en breve tiempo convierte el lugar en el más desolado del campo.

Es pues el javali un puerco salvaje, un feroz animal libre e indómito, que no ha sido ni será jamás esclavo ni amigo del hombre. Sin embargo, no es el javali una bestia feroz, sus anhelos son tres : el primero encaramarse plácidamente durante el día en lo más recóndito del monte, el segundo, que no le hostiguen cuando al llegar la noche sale a buscar su alimento cotidiano basado fundamentalmente en raíces, castañas, bellotas, frutos y granos de toda especie, y saciar luego su sed en charcas y regatos, la tercera es perpetuar la especie como cualquier otro animal con el más absoluto respeto.

También algunos ejemplares de oso pardo se acercan hasta esta zona atraídos por las colmenas, algunos no dudan en acercarse a pocos metros de las poblaciones ribereñas para zamparse la miel, una de sus pasiones alimenticias. Son animales muy astutos y cautelosos por lo que resulta difícil sorprenderles, salvo que les esperemos de noche y siempre contra el viento. 

Seria imposible relatarte el mundo de los insectos terrestres, solo decirte que son una parte imprescindible de la vida, sin ellos no verías ni pájaros ni peces en el río, ni plantas florecer en primavera, ni otras vidas.

Manto de Oro ( Lycaena virgaureae )

Este monte que ves a tu alrededor, como todo monte leonés, tiene inquilinos permanentes entre los que destaca el lobo, el corzo y el raposo, hay también liebres y conejos silvestres y una larga lista de fauna menor entre hurones, ardillas, musarañas, lirones, ratones, topillos y alguna culebra de escalera.

La ardilla no se contenta con tener una sola casa o nido, sino que se permite el lujo de tener varios, lujo o picardía, lo cierto es que tiene varias casas y con dos puertas : una la principal, orientada al mediodía para tomar el sol y la otra de escape y con mucho confor, con musgo y brozas finas que recoge con esmero y también con plumas de los nidos de los pájaros que roba con astucia. 

Son tan sensibles a los cambios atmosféricos como las aves acuáticas, a la primera señal de mal tiempo cada ardilla se introduce en su nido, una vez allí, tapan los agujeros por donde penetra el viento y a dormir hasta que pasa el temporal, aveces se reúnen varias en el mismo nido para ir conllevando el miedo. Cuando huye de un peligro, trepa siempre por el lado del árbol opuesto a donde cree que está su enemigo, se oculta bien y no saca más que la cabecita para enterarse de lo que pasa. Se alimenta con granos, frutas, bayas retoños y especialmente con piñas.

Es cosa muy agradable y entretenida verlas comer, singularmente piñas, se sientan graciosamente en una rama echando la cola sobre la cabeza, sujetan la piña con las patitas delanteras y después de darla muchas vueltas y mirarla y remirarla, la arrancan las escamas una a una y van sacando los piñones que roen con lentitud y comen con delicadeza de refinado sibarita. En años de mucha nieve que no pueden almacenar provisiones, suelen morir muchas en los nidos. 

Podrás ver también al arrendajo común o "gayo" con su plumaje muy llamativo y un obispillo blanco encima de la cola, se trata de un pájaro muy ruidoso y poco sociable, se pasa media vida escondiendo y almacenando bellotas de los robles y las que roba de otros animales como las de la ardilla para consumir en invierno. 

También podrás ver a la lechuza y algún milano real en vuelo de observación. Alcotanes, búhos, aguiluchos y otros cincuenta pájaros más vuelan y anidan en esta fronda. 

Las perdices frecuentan las tierras de labor, si presienten algún peligro, en vez de apeonar como lo hacen en Tierra de Campos, emprenden un vuelo rasante todo el bando hacia el monte donde se sienten seguras. 

Si andas con sigilo, en más de una ocasión te sorprenderá el aleteo explosivo  y ruidoso de las torcaces sesteando a la sombra que las proporciona los robles y si el paseo es en otoño o invierno, posiblemente te tropieces con alguna becada o choca perdiz, pues esta ave tiene en estos montes su hábitat preferido. 
Te resultará difícil distinguirla entre la hojarasca gracias al camuflaje perfecto de su plumaje, aunque es muy raro que a tu paso aguante posada, tan solo aguanta cuando se siente acosada por el perro del cazador. Durante el día permanece escondida, solo al anochecer sale a alimentarse principalmente de lombrices hundiendo su largo y fino pico en la tierra.

Becada o choca perdiz  (pitorra).

El río

El Torío nace montañero en Piedrafita, se hace callejón en las Hoces de Vegacervera y se convierte en pura ribera antes de llegar a la ciudad de León donde cada temporada se debate entre las crecidas y el estiaje, pero sigue siendo un río natural en esta ribera baja, y como tal te encontrarás con raseras y corrientes más o menos rápidas, separadas por pozos y tablas de aguas más someras, algunos tramos en escalera, caleños, remansos, tablas profundas, algún puerto y canal de riego.  

El fondo está compuesto de canto rodado y en algunas partes podrás observar una especie de roca de tonos ocre, que no es otra cosa que un conglomerado de materiales que se han erosionado con el tiempo formando pequeños pozos y cavidades donde se refugian las truchas cuando comienza el estiaje que por aquí suele ser muy severo. 

La vegetación subacuática es escasa, debido entre otras causas a las fuertes crecidas que tiene que soportar este río casi todos los años, incrementando la velocidad del agua desde que los gobernantes se empeñaran en canalizarlo, osea hacerlo recto en algunos tramos, empleando un modelo memo e ingenieril de alicatado a base de grandes piedras y hormigón, provocando que el resultado final sea un caudal perfecto pero que origina cambios radicales en todo el ecosistema del río. 

Tan solo veras las piedras tapizadas de un alga verde un poco resbaladiza que en ocasiones te hará perder el equilibrio y bailar por unos momentos el charlestón, pero que tiende a desaparecer a medida que transcurre la temporada de pesca. 

Para algunos gobernantes, esta parte baja del Torío no ha sido más que un montón de agua que había que doblegar y encauzar hasta la extenuación y el estiaje.
Debes saber querido amigo, que en poco o nada se parece este río a lo que un día fue. Es tal la transformación que ha sufrido, que será prácticamente imposible que algún día llege a recuperar su pasado esplendor. Sin embargo, a pesar del maltrato que a diario tiene que soportar, el Torío siempre se ha caracterizado por la capacidad regeneradora de vida, por eso sigue siendo un río truchero de renombre y lleno de vida.

Encauzamiento del río en algunos tramos. 



El Torío a principios de temporada, (puente de Manzaneda).

A mediados de temporada, (mismo lugar).

Con las truchas conviven barbos, escallos, bogas y bermejuelas, cuya pesca ha sido diversión de pequeños y no tan pequeños. Todos estos peces tienen una aleta dorsal y no poseen dientes en la boca como las truchas, pero si los tienen en la garganta con los que trituran el alimento. 

Es frecuente ver a las hembras de los sapos en primavera portando y depositando los huevos fecundados, "la sapina". Tienen mala fama entre los pescadores por que se les achaca el amedrentar a las truchas que dejan de moverse y se refugian en los pozos. 

También la colmilleja tiene aquí su hábitat. Es el más humilde y pequeño de nuestros peces, solo mide tres o cuatro centímetros, vive en el fondo del río y se pasa el día rebuscando su alimento en las graveras y arenas del lecho fluvial. Tiene tres pares de barbillones al rededor de la boca y una espina debajo del ojo alojada en una foseta que puede erguir como elemento defensivo. 

Carente de interés como especie deportiva por su escasisíma talla, la colmilleja cumple un inestimable papel ecológico consistente en la retirada de material orgánico del río, contribuyendo al mantenimiento de la pureza de las aguas. En todos aquellos remansos limosos donde pueda hozar con sus pequeños barbillones, ella rebuscará desde el crepúsculo hasta el alba diminutas partículas detríticas orgánicas y las transformará en carne de si misma, que un día cualquiera será alimento de la culebra de collar, de la urbana cigüeña, de la garza real, o del martín pescador que siempre presuroso sobrevuela rasante el río, actuando así como almacén temporal del material orgánico que pudriria el agua si se acumulase. 

Por eso la colmilleja no sólo ha de tener el respeto que toda criatura viva merece, sino aumentado en el más alto grado por ser un eficiente auxiliar en la limpieza de los ríos y que los pescadores siempre hemos valorado como la sociedad en su conjunto comienza a valorar, por las recurrentes y persistentes sequías que nos flagelan y que seguirán presentes en nuestras vidas, pues son fruto peculiar de nuestro clima agravado por el cambio climático.

La colmilleja 

En los árboles de las orillas que enfajan el río siempre hay una buena pajarada en espera pacienzuda de que los subimagos despierten de su letargo. Zarceros, mosquiteros, lavanderas y algún pinzón no paran de saltar nerviosos de rama en rama en espera de que comience el festín diario. 

Cerca del agua anda siempre el avetorillo que además de alimentarse de insectos y crustáceos, también lo hace de pequeños peces a los que captura con un picotazo rápido y preciso. 

Apeonando incansable por los rabiones anda  el mirlo acuático en busca de larvas de insectos. Si tienes surte también podrás ver al chorlito chico sacando adelante la pollada entre los guijarros de las orillas, al policromado abejaruco, incansable cazador de insectos alados, la urbana cigüeña, la garza real de plumaje gris azulado y de aspecto elegante y pausado vuelo, la flecha cobalto y roja del martín pescador en vuelo rapidísimo, especialista en arponear en picado alevines de bermejuelas, el ánade real y las pollas de agua son también asiduos de esta ribera. 

El principal concierto pajaril audible lo compone el silbido de la oropéndula, visitante estival de esta parte baja del Torío, la flauta del ruiseñor, la estrofa explosiva del ruiseñor bastardo, denominado por aquí como chiquili-chiquili, el relincho del pájaro carpintero y otros tantos pájaros más ligados al cauce.

El abejaruco 

El martín pescador en vuelo rapidísimo.  

Dos serpientes frecuentan esta ribera: la culebra de collar y la viperina, llamadas también culebras de agua, la más común es la viperina de dorso rojizo y negro, es depredadora de pequeños peces, su actitud de defensa es aplastar el cuerpo y hacer ademán de morder como si fuera una víbora. 

También la inofensiva culebra de collar de tono verde oliva con el collar amarillo anaranjado, al no producir veneno su defensa más frecuente es expeler un fluido de olor fétido, otras veces cuando se siente acosada fingir que esta muerta.

Culebra viperina. 

Culebra de collar. 

Un sinfín de pequeños animales deambulan entre las piedras del fondo como larvas de insectos, moluscos, crustáceos y algunos más. De este conjunto los más interesantes para ti son los insectos acuáticos como los Ephemerópteros, los Pérlidos, las Friganeas y los mosquitos. 

El ciclo biológico de estos insectos incluye metamorfosis que implica como seguramente tu bien sabes profundos cambios hasta llegar a la false adulta o imago. Si la metamorfosis es completa como sucede con las Friganeas o mosquitos, las formas juveniles se llaman larvas que son activas y pupas normalmente inactivas.

Si la metamorfosis es incompleta como las efímeras o los pérlidos, toda la etapa juvenil es activa, algunos pescadores las llaman ninfas, mientras otros prefieren reservar este nombre para los individuos que ya tienen esbozos de alas, osea que el saco alar lo tienen más o menos desarrollado y oscurecidos y utilizando el término de larva para los estados previos que carecen de dicho esbozo.

Cangrejo de río autóctono. En la actualidad con medidas especiales de protección. 

Cómo ya te dije al referirme a los insectos terrestres, seria imposible describir cada especie de estos insectos acuáticos, además te resultaría aburrido, solo decirte que necesitarás varios días si quieres conocer y pescar todo esta parte baja del Torío. 

Los tramos o sectores de esta parte baja del río son más o menos todos iguales. Personalmente, me gusta el tramo que va desde el puente que da acceso al pueblo de Manzaneda hasta el siguiente puente a la altura de la finca experimental de plantas de la Junta de Castilla y León, perteneciente al pueblo de Manzaneda. 

Aguas arriba de este puente hay otro tramo muy interesante hasta el pueblo de Matueca. Antes de la nueva ley de pesca, era uno de los más visitados por los pescadores locales. También desde Matueca hasta el antiguo tramo sin muerte de Pedrún es interesante pescarlo. El tramo que va de Garrafe hasta el puente colgante de La Flecha y aguas arriba de este puente colgante, también son muy buenos, aunque en verano, esta parte baja queda muy mermada de agua. 

El primer tercio de la temporada te encontrarás con poca actividad en superficie, si acaso alguna ceba esporádica a pardones y olivas de principios de temporada. 
Antes, hace algunos años, a mediados del mes de marzo que se iniciaba la desveda, era habitual ver cebarse las truchas al mediodía con verdadero frenesí. Algo más adelante, en el mes de abril,  comenzaba a salir la Brachycentrus subnubilis "la sarnosa" que llamamos aquí, era una mosca que daba mucha trucha. 

También la mosca de mayo o mosca de la piedra daba las mayores truchas del río, pero por una razón u otra, estos dos insectos acuáticos han dejado de emerger y prácticamente apenas se ven, siendo irrelevantes para la dieta de las truchas.  

La verdad es que hecho mucho de menos estos dos insectos, como también hecho de menos a los cientos de pescadores que abarrotaban este ribera baja del Torío con todo tipo de cañas y señuelos, pero sobre todo hecho de menos la cantidad y calidad de las truchas que tenía esta parte baja del Torío. Esta es la razón por la cual solo lo pesco un par de veces en toda la temporada. 

Nunca pensé que llegaría a pescar este tramo bajo del Torío con la técnica de pesca al "hilo", pero hay que adaptarse a las nuevas circunstancias y la verdad es que me sorprendió gratamente la eficacia de esta técnica cuando la use por primera vez hace unos años y no dejo de practicarla cuando las circunstancias lo requieren. 
Si no la conoces y estás interesado en conocerla, en este mismo blog puedes consultar una entrada dedicada a este método de pesca, solo tienes que ir a etiquetas y hacer clic en " literatura de pesca ". 

En cuanto a los perdigones pesca bien el "púrpura" con bufanda roja, papo anaranjado y de cresta una lágrima de barniz negro. Avanzada la temporada y en ausencia de cebas, lo que más truchas mueve en aguas rápidas son los tricópteros flor de escoba de los números 16 y 18. Para aguas más someras alguna emergente, preferentemente con pluma clara de los números 18-20. Aquí te dejo un enlace para que hechos un vistazo a esta mosca que aquí es muy efectiva, la Serratella ignita. la "oliva".

También da buenos resultados a partir del segundo tercio de la temporada, una hormiga en tamaño pequeño (18-20) montada en parachute con el poste bien visible y presentada  por debajo de las ramas de las salgueras que rozan la superficie del agua. 

La pesca en general, pero especialmente en estos escenarios, debe ser pausada y ordenada y siempre rodeada de discreción. 
El fracaso del pescador muchas veces se atribuye a los señuelos mal elegidos o mal utilizados, a una técnica inadecuada, al tiempo o a la mala suerte, sin embargo, la razón suele ser en la mayoría de los casos una mala aproximación al pez que se asusta y huye antes de que se le pueda tentar. 

Al río y a la postura hay que llegar lo más discretamente posible aprovechando la vegetación u otro obstáculo para no ser visto, evitando hacer movimientos bruscos y ruido al andar y que los cantos del fondo no choquen unos con otros. En aguas lentas procurar no hacer olas y si es inevitable esperar quietos a que desaparezcan. Pero seguramente tu eres un gran pescador y no necesitas de estos consejos.

Perdigón púrpura 

Tricóptero flor de escoba 

Este recorrido por mi tierra no estaría completo si no te hablara de la gente, de nuestra historia y nuestras costumbres. No se sabe quién pudo ser el primer poblador de esta ribera baja del Torío, desde luego no fue gente muy establecida porque han dejado escasas huellas.

Quienes si dejaron rastro fueron los astures, pobladores mayoritarios de estas tierras antes de la colonización romana. Los astures como otras tribus Hispanas, eran descendientes de antiguos invasores hace unos cuatro mil quinientos años. Aquellos invasores venidos de muy lejos eran mongoles y esteparios euroasiáticos, aquí se plantaron exterminando a todo varón y librando a las mujeres para seguir pariendo con la semilla del invasor. De aquellas gentes mongolas descendieron los pueblos ibéricos de la Hispania descrita por Roma.

Los astures vivían en castros construidos sobre estos cerros que ves a tu alrededor, su agricultura era elemental y se les daba mejor la caza y el pastoreo que la pesca. Eran gentes indómitas guerreras que causaron mucho dolor a los romanos que conocieron esta tierra cincuenta años a.d.C.  Roma se dejó notar por estos parajes después de que se construyera el campamento militar por la Legio VII Gemina, en lo que posteriormente seria la ciudad de León en el año 68. 

Toda esta zona fue territorio abandonado, no se instalaron en ella ni árabes ni cristianos, solo a partir de la Reconquista comenzaron a levantarse monasterios, poblados y caseríos. Los dueños de las tierras eran de todo tipo, abades, algún noble con señorío, ciudadanos libres y hasta las hijas del rey ya que toda esta ribera fue infantado del Torío. 

Como te darás cuenta no es tierra esta de monumentos, se nota que no hubo aquí más señorío que el eclesiástico y algún lugareño enriquecido. Los monumentos más destacados son las iglesias, alguna casona blasonada y quizás las ruinas de anteriores poblados y monasterios como el de Abellar en Canaleja del Torío, uno de los más importantes de la cultura astur-leonesa. Las iglesias son construcciones del siglo XVII y XVIII con continuas restauraciones, en su mayoría son iglesias humildes como la de Villarrodrigo de las Regueras donde me bautizaron hace hace ya muchos años.

Iglesia de Villarrodrigo de las Regueras. 

Anteriores en el tiempo son las ermitas o lo que queda de ellas, hay casi una en cada pueblo como la de Villamoros de las Regueras del siglo X, pero la más popular es la de Boínas, último vestigio del antiguo poblado medieval de Godinas, se encuentra escondida en un rincón del valle que divide las dos laderas del monte, justo al lado del río Torío, rodeada de prados y bosques, como si no quisiera enseñar a nadie su belleza, como si quisiera esconderse de miradas curiosas, desde luego, ni San Francisco de Asís hubiera elegido mejor lugar para la oración y el sosiego. Del que no queda ni las ruinas es del monasterio de San Julián cerca de Ruiforco del Torío, fundado por el caballero Runforco a quien le fue encomendado por parte del Rey Alfonso III la repoblación de parte de esta ribera. 

Si tienes interés en el arte religioso, lo más destacado lo puedes encontrar en el santuario de Manzaneda que formó parte de un antiguo cenobio fundado por los monjes mozarabes provenientes del califato de Córdoba a los que el Rey Alfonso III ordenó instalarse en estas tierras para colonizarlas y repoblarlas. Este santuario bien merece una visita. Si te decides a visitarlo, te sorprenderá el colorido de la bóveda y el impresionante retablo del templo.

Ermita de Boínas. 

Santuario de Manzaneda. 

Pero la historia real, la historia de cada día fue y es, aunque en menor medida, la de gentes trabajando de sol a sol la subsistencia, gentes adiestradas en el trabajo duro. 

Tienes que saber que estás recorriendo con migo la patria del ganado y el azadón, la del hocil al cinto y podadera al hombro. Vivir aquí ha requerido no poco esfuerzo de las familias, gentes austeras en sus costumbres, aunque no poco alegres en sus fiestas patronales y romerías y se les nota una vieja hidalguía que da el saberse libre de señoríos desde hace siglos. Tendrán lo justo, pero han sido dueños de su presente y lo notarás en el talante abierto y digno con que te recibirán. 

Como todas las gentes leonesas somos el resultado de cruces y repoblaciones, como las mismas truchas que te deseo pesques muchas. Que nadie te hable de truchas autóctonas o de gentes dominantes, ni descendientes de astures, somos gentes descendientes de varias razas y colonizadores, lo mismo que un perro callejero, pues tenemos en nuestra sangre algo de romano mediterráneo, de godo europeo, algo de judío, y mucho de moro africano. Somos hombres y mujeres nacidos de aquellos pueblos que un día se inventaron en la Reconquista, emparentados con gentes de otras riberas y latitudes.

Aperos agrícolas 

Cuando se instalaron los primeros repobladores medievales, aquellos que inventaron estos pueblos que ahora ves, tuvieron que vivir fundamentalmente del ganado para los que reservaban los mejores pastos y todo ese praderio que tan familiar no son a los pescadores que llaman comunes, son de todos y todos los vecinos pueden mandar a ellos sus vacas o caballos. 

En este escenario, el calendario rural estaba marcado por un invierno desde noviembre hasta abril en que las actividades se reducían al pastoreo, limpieza de prados, cuidado de las cuadras, la matanza y las reparaciones o elaboración de utensilios y aperos agrícolas y todo el material necesario para la temporada agraria que comenzaba en noviembre con la preparación de las tierras de secano, en marzo con el sembrado y en julio y agosto con la siega del cereal. Antes en junio se le daba el primer corte a la hierba de los prados para secarla al sol y guardarla luego en el pajar, el segundo corte se le daba y se sigue dando en septiembre y octubre con la otoñada. 

Como comprenderás, en una población eminentemente agrícola y ganadera, veras poca industria. El arte popular ha sido aquí el nacido de la fragua y la construcción. Cuando se tiene que vivir de los recursos más inmediatos, el ingenio se afila para no tener que pagar lo que uno mismo puede hacer. Hasta no hace mucho, cada hombre de esta ribera sabia algo de carpintería, fontanería, albañilería, electricidad y hasta curtición del cuero, amén de la infinidad de trabajos y manualidades de las mujeres que han sido de siempre más artesanas que los hombres, ellas eran las encargadas de lavar, cardar y tejer la lana, casi todas las tareas de la casa y del corral tenían a la mujer como protagonista, ellas amasaban el pan, adobaban la matanza o hacían mermeladas y conservas, además de cuidar de los hijos. 

Pero el arte popular por excelencia de esta tierra ha sido la construcción, el arte de hacer adobes y tapial, de cantear los cantos del río o de aplomar muros, que prácticamente ha desaparecido.

Típica construcción de adobe y piedra 

Una cultura como esta solo ha podido sobrevivir aferrada a un sistema de tradiciones, de normas comunes y hereditarias, de costumbres que han ido perdiéndose en el tiempo. 

Las tradiciones establecidas fueron las relacionadas con la vida cotidiana y los recursos que ofrecía la tierra como la "vecera" o turno de vecinos para cuidar los ganados del pueblo, los "cotos" o zonas reservadas a pastos de temporada, el "concejo" aun hoy vigente y del que forman parte todos los vecinos cabeza de familia y mayores de edad que vivan solos o en compañía. 

En estos concejos, la mujer mucho antes que en el resto de Europa, podía participar con voz y voto. El toque de "rebato" o repique de campanas, para alertar a los vecinos de incendios, tormentas o cualquiera otra desgracia, la "hacendera" o trabajos comunitarios que debían acudir todos los vecinos por ser de utilidad común, aunque no siempre era así, el "rebusque" que toleraba que un vecino atropara las patatas o espigas después de haber sido cosechada la finca por el propietario. 

Como costumbre social destacó en su día la "filandera" o "filandón" una especie de velada de cháchara y cotilleo en la que se comentaba la vida del pueblo, se tejia, se remendaban calcetines, se apalabraban negocios o simplemente se hilaba una historia con otra.

También se pasaba de un vecino a otro "el palo de los pobres" para atender por turnos a los necesitados que llegaran al pueblo o la "derrota", costumbre de abrir todas las cercas de los prados para que el ganado de los más pobres del pueblo pudieran aprovechar desde otoño la hierba de la vega. Las tradiciones religiosas han aguantado mejor el paso del tiempo como las fiestas patronales, aunque como el cine, ya no es lo mismo.

Filandón, cuadro de 1872, Luis Álvarez Catalá

El modo de vida de estos pueblos castigados por la despoblación ha cambiado radicalmente. Ya no verás tantas tierras de centeno por las laderas del monte como antes, ni parvas en las eras de los pueblos antes de separar el grano. Hoy el principal recurso es la ganadería vacuna cumplimentado con los productos de la huerta y el monte, también los recursos sociales de pensiones y trabajos que algunos vecinos pueden hacer en la ciudad de León. 

Querido amigo pescador o no, si te decides a venir y conocer esta humilde tierra de la ribera baja del Torío, seguramente habrá cosas que te llamen la atención, informaciones que te de la gente con la que te cruces, quizás oigas alguna canción popular, o tal vez te llame la atención una planta rara o un simple insecto que ha despertado tu curiosidad, sea lo que fuere, eso lo tendrás que escribir tu mismo en tu memoria para que algún día puedas contárselo a tus amigos o a tus hijos.

Mi madre con mi hermano Luís y yo en Villamoros de las Regueras, río Torío. 

sábado, 3 de septiembre de 2016

Las truchas de Santa Marina del Rey y Casimiro.

Todo "mosquero", sí bien por lo general no maneja la pluma estilográfica con soltura como lo hace un escritor profesional o un periodista, si maneja con elegancia su caña que le da profundas satisfaciones, y no sólo eso, como todo pescador, es un contador de historias, alguien que puede transformar una pequeña anécdota de pesca, en una gran aventura, o convertir una discusión entre dos pescadores, en una amena e interesante conversación. Pero para ello debe contar al menos con otro pescador a quien contársela.

Es por ello que debemos tener lugares comunes donde poder contar nuestras historias, sean virtuales o no, muchos de nosotros probablemente seríamos mejores pescadores, y no estaríamos constantemente mirándonos con tanto recelo.
Es cierto que cada vez más seleccionamos lo que leemos. En esto de la pesca con mosca biene a suceder como en la vida misma, con el paso de los años nos volvemos más exigentes, tan exigentes que aveces nos olvidamos de las truchas y de los ríos.

A ti amigo pescador, aficionado de pura sangre, dedico esta pequeña historia, fruto de mi afición por la pesca con mosca, y de la observación y práctica de este incomparable egercicio que me domina desde muy crio. A todos los ríos leoneses de los que tanto he disfrutado y gozado de los mejores momentos de mí vida.

Comienzo, amigo mío, por pedir a usted anticipado perdón por los disparates, inconvenientes y hasta herejías que se me puedan ir ocurriendo, por lo que le autorizo y le ruego corrija o suprima cuanto quiera de esta historia.

El acotado de Santa Marina fué para los "mosqueros" de media europea,  lo que la Meca para los musulmanes.


Las cebadas fueron haciéndose más raras a medida que las pequeñas y claras efímeras disminuían sus apariciones sobre la superficie del agua, ( todas las cosas buenas llegan a su fin, y las emergencias de los insectos acuáticos no son diferentes).
Después de cuatro horas ininterrumpidas pescando, salvo para hacer alguna fotografía, decidí sentarme a descansar al lado de una vieja palera tumbada en el suelo por las fuertes crecidas de la pasada primavera, y protegida por una añosa y secular salguera, tan tupida, que eran inútiles cuantas tentativas hacia el sol para filtrarse entre sus ramas.

El lugar elegido estaba esmaltado de arbustos de mil especies, apiñados y entremezclados en deliciosa anarquía. No era el más confortable, pero como decía mi madre, (q.e.p.d.) "Para el hambre no hay pan duro ni para el sueño mala cama", así que no perdí más tiempo en buscar otro.

Todo estaba quieto, mis ojos se movían de un lado a otro buscando el origen de cada ruido del río, el gorjeo de la torcaz sesteando a la sombra de la arboleda, el sisear de las hojas de los árboles movidas por la suave brisa, el runruneo de la chorrera. Todos los sonidos se entremezclaban formando un magnífico himno, que ascendía hasta el cielo confundidos en un solo canto. ¿ Y por dentro que ?...Por dentro me invadía una revolución de recuerdos, eclosiones y peleas con las grandes truchas.

Miré de reojo a mi fiel e inseparable caña, y a la vieja mosca que aún seguía atada al terminal, una de esas gloriosas moscas que ha sobrevivido al naufragio del olvido como testamento de una época de oro de la pesca con mosca seca  en León. A las dos las susurré... ¿hos acordáis?

Sin esperar respuesta, ni tampoco nuevas cebadas, pues la experiencia me decía que las truchas tardarían en estar de nuevo activas, me dispuse a esperar acontecimientos, gozando de esa dulce somnolencia tan grata después de la fatiga física y cerebral. Mientras, el agua fluía mansamente a mis pies, era un bálsamo relajante para el cuerpo, pero mi mente seguía inquieta, momentos antes una trucha grande me había roto el terminal llevándose la mosca en su boca, antes ni tan siquiera de poder verla o sentirla.

Sin darle excesiva importacia pensé resignado, son las servidumbres de pescar con estos hilos tan finos. Si pescara con puntas más gruesas quizás podría capturar estas grandes truchas que aún quedan en este escenario, pero entonces ellas verían antes el hilo y yo perdería la oportunidad de siquiera sentir su fuerza a través de mi caña.

Y si las orillas no estuvieran tan enmarañadas de maleza y recobecos sumergidos, aún con ese hilo tan fino habría podido palpar alguna trucha más. A estas alturas de la temporada, la mayoría de ellas han recibido el doctorado en lo referente a la pesca con mosca, y "ca", uno no sabe muy bien a que atenerse.

Otros tiempos, otras historias. 

Ensimismado con mis pensamientos, percibí un movimiento a la salida de un recodo del río, a unos doscientos metros aguas abajo de mi posición, tuve que concentrar la mirada para percatarme que lo que estaba viendo era otro pescador que avanzaba lentamente por el río pescando también a mosca seca.

Este tipo sabe lo que hace pensé, sus movimientos eran discretos y precisos, cumplía a la perfección uno de los criterios básicos en la pesca con mosca, claro que no basta con ser un perfecto lanzador para ser un buen pescador de mosca, se necesita además, mucha experiencia y práctica, y sobre todo, se requieren condiciones físicas y aun morales, sin las cuales no es posible pescar bien.

La mejor teoría del lanzado se estrella aveces ante una naturaleza agreste, un cuerpo obeso y pesado, un cuello apoplético, una vista defectuosa o unos nervios revolucionarios.
Por la pinta y hasta donde me alcanzaba la vista, parecía un pescador bastante ágil, aunque no creo que capture muchas truchas pensé,  con esta inactividad casi total que hay en el río. Seguramente será un recién llegado ¡lástima que no haya llegado antes! Se habría divertido. Ami siempre me ha gustado ver a otros cofrades mientras pescan, especialmente si lo hacen bien, y aquel pescador era un buen "mosquero", no había más que ver sus buenas maneras.


De pronto el pescador hizo un movimiento brusco con la caña, y vi como esta se arqueaba, pero no observé chapoteo alguno sobre la superficie del agua. Instantes después una trucha salpicaba furiosamente intentando liberarse del anzuelo, pero no lo consiguió, y el pescador la devolvió la libertad sin apenas sacarla del agua después de mirarla un instante. Me sorprendió que no se detubiera a secar la mosca y que continuara lanzando con impecable estilo. Unos pocos minutos después, y ya muy cerca de mi posición, el pescador clavó de nuevo otra trucha que se le soltó a los pocos segundos, siguió lanzando sin pararse a revisar la mosca que sin duda estaría algo deteriorada y mojada. ¡Ah, claro!... ¿como no se me había ocurrido? ¡mi colega viene pescando con ninfa! Con una línea muy fina, y a juzgar por lo armonioso de sus lances, con una ninfa pequeña.


Al llegar a mi altura el pescador me saludó cortésmente. Tal como mi imaginación le había visto, le vieron mis ojos : sesentón y de rostro atezado, ojuelos avellanados y de perspicaz mirada, frente elevada y nariz tónica, y todo adornado con un bigote sesentero. Me sorprendió que llevara la misma vestimenta que la mía, el mismo chaleco, la misma gorra, el mismo vadeador...
-¡hermoso día le dije! al observar que se disponía a sentarse a mi lado.
-A fe mía que sí contestó, mientras apoyaba su caña cuidadosamente sobre una de las ramas de la palera.
-Y... ¿que tal se portan las truchas de Santa Marina? veo que recién llegado ya ha clavado alguna.
-Mejor picaban hace un rato me dice, realmente llevo cuatro horas divirtiéndome, hasta que empezaron a escasear los toques, no crea que acabo de llegar.
-¿Ha capturado alguna trucha grande ? Entonces el  pescador me contestó  con la indulgencia de los seres superiores  y la seguridad de los maestros, y no es de extrañar, pues en una tierra donde la Naturaleza ha vertido en ella sus dones para la pesca, hay muchos maestros, y este en la pesca con mosca  por lo visto lo era.

-He cogido dos truchas que rondarian el medio kilo cada una, y otra que pasaría del kilo.
-¡claro! pescando con ninfa, siempre se suele usar un hilo más fuerte, así ya podrá le dije.
-Alguna más habría capturado si no tuviera que usar puntas tan finas.
-¿Que quiere decir usted con eso de puntas tan finas?
-Para mí pescando bajo el agua que es mi modalidad preferida, utilizar una punta del 0,14 es equivalente a su 0,10 o 0,12 dijo el pescador después de hechar un vistazo a mi caña. Un hilo más grueso aseguraría la captura de las truchas más grandes, pero sería visto por ellas y ya no se decidirian a tomar la ninfa. Además, entre más fino sea el hilo, mejor y más rápido profundizan las ninfas y la deriva es más natural, y eso  se traduce en más picadas. Pero consuélese usted me dice por usar hilos finos, solo pierde moscas en la boca de las truchas más grandes, yo además de eso, pierdo mis ninfas cuando se clavan en las raíces y las ramas sumergidas, por muy débiles que estas sean. A propósito, sin ánimo de ofender ¿descansaba usted, o es que no le suben las truchas a su mosca?
Entonces sentí por un momento una pequeña punzada en mi orgullo de "mosquero".

Ambos sosteníamos una mirada limpia y noble, enseguida nos dimos cuenta que nos caíamos bien.
-Bueno respondí, un poco de ambas cosas, si he de serle sincero, cuando las truchas dejan de cebarse, el mucho pasar la mosca sin resultados positivos, también llega a cansarle a uno.
-Disculpe que le corrija me dice, las truchas si que están activas, usted mismo me ha visto clavar un par de ellas no hace mucho tiempo. Querrá usted decir que no están activas en la superficie del agua.
-Bien, reconozco que así debe ser le digo, y le felicito por sus capturas.
-Y entonces... ¿por que no pesca usted bajo el agua cuando cesa la actividad en superficie? Las truchas muy bien pueden seguir activas allí abajo.
-No; si yo pesco al hilo con perdigones le digo, pero en estas circunstancias de poca agua y tan avanzada la temporada, prefiero seguir pescando a seca, y créame que no es por un simple capricho, dicho sea con todos mis respetos hacia usted.

-Conozco la pesca al hilo me dice, una técnica muy antigua y muy efectiva sin duda, pero poco convencional tal como se practica en la actualidad, además, contradice todos los principios de la pesca con sedal pesado y por tanto no debería considerarse una modalidad más dentro de la pesca con mosca.
-Siento discrepar de usted por pequeña y débil que sea mi razón le digo, y no debería molestarle, porque si yo opinara como usted no podría fundar mi disidencia ni haber conversación posible.  Los perdigones amigo,  no son otra cosa que imitaciones lastradas de ninfas de bétidos bien barnizadas, nada que ver con las ninfas peludas que usan ustedes, y el hilo que sustituye a su línea, bien pudiera ser un bajo extralargo de diámetro uniforme.

Los ojos del hombre brillaron un instante fijos en los míos, se le notaba agusto con la conversación, al fin y al cabo de realidades, recuerdos y esperanzas vivimos, y los comentarios de pesca son siempre agradables, tanto o más que el acto mismo de pescar. Pero al mismo tiempo se podía apreciar en su cara que algunas de mis palabras no le habían gustado demasiado, como sintiéndose también algo herido en su orgullo de "ninfero". Como si le hubiera soltado un gancho que el no esperaba.

El hombre un poco aturdido acusó el golpe, pero se recuperó rápidamente contratacándo y decidido entonces a ejercer una defensa agresiva pero respetuosa de su técnica y de su afición. Para probar mi temple como pescador de seca, me lanzó el siguiente dardo.
-Su rechazo de la pesca con ninfa se escuda tras un bosque de excusas. ¿No estará ocultando que en realidad no sabe usted pescar con ninfas? La pesca con ninfa y sedal pesado no es una técnica apta para mosqueros torpes. Por cierto, las ninfas peludas que tanto le desagradan a usted, son tan eficaces como sus perdigones, solo que necesitan unas manos expertas que las sepan guiar por el lecho del río con total naturalidad, y eso no está al alcance de todos.
-¡Nada de eso hay! Y no pretenda usted provocarme con preguntas o afirmaciones agresivas, que no lo conseguirá. Y le recuerdo lo que Don Quijote contestó a Sancho cuando este le reconvino por no haber atendido sus consejos en la aventura de los molinos de viento :《Calla amigo Sancho, que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a mudanzas. 》Si el buen Sancho hubiese reunido la dignidad de pescador al oficio de escudero, pudiera haber replicado :《Y las de la pesca con mosca, señor 》.
En cuanto a la  elección de la pesca con mosca seca tiene para mi dos motivos principales : su eficacia y su gran belleza. Pescando con ninfa tan solo se tiene control sobre el señuelo cuando se pesca en corto, con la caña alta y la línea tensa.

-Habla usted de belleza... ¿ha pescado alguna vez con ninfa a trucha vista? La mayoría de los pescadores de ninfa lo hacen a ciegas, esperando que sus imitaciones vayan a parar a donde intuyen que puede haber una trucha puesta. En realidad no saben que la forma más excitante de practicar este arte es la pesca a trucha vista, como la caza al rececho.
-Disculpe, por un momento pensé que estaba usted hablando de la pesca en superficie, precisamente esa es nuestra técnica, ponerle a la trucha una mosca en los morros. Ustedes los pescadores de ninfa descubren una trucha puesta a medias aguas o en el fondo, solo cuando las truchas están quietas y las aguas claras. Es cierto que en esas ocasiones, cuando ven una trucha así puesta les produce emoción, pero ¿es esa emoción comparable con la visión del aro que produce la cebada de una trucha en la superficie del agua? Y que el pescador de mosca seca puede divisar a gran distancia. Y si esos aros son varios. ¿Hay actividad mental más emocionante que la de memorizar el punto donde se ha producido la cebada de una trucha, mientras se ataca otra cebada? Y que me dice de la magia de ver subir una trucha por muy pequeña que esta sea a la mosca. Cuantos aficionados de ambos emisferios, pescadores de mosca seca, admiten lo atractivo de esta modalidad de pesca, y reconocen que alegra el espíritu y remueve la sangre, que no hay ejercicio como éste que de tanto sosiego al alma y lozanía al cuerpo, que nos apasiona, que nos lleva de jóvenes al desprecio de la salud, y de viejos al instinto de la temeridad, pues los deleites de la pesca con mosca seca son de los que duran toda nuestra existencia y rememoran en nuestra vejez. Confiesemé que la pesca con ninfa a trucha vista es mucho más ocasional y raro de lo que usted me quiere hacer creer. Todo lo demás es pescar a ciegas. Y ya sabe : lejos de la vista... lejos del corazón.

Estas truchas, no mienten ni hacen trampas, no pueden ser sobornadas con el dinero, solo responden a la supervivencia, a la humildad y a una infinita paciencia. No hay categorías sociales para pescarlas, no hay más que ser o no ser. 

-La pesca a trucha vista de los que pescamos con ninfa y sedal pesado, no es mucho más ocasional que la pesca sobre las cebadas que practican ustedes muy de vez en cuando, dicho sea de paso. Ustedes tienen la ventaja de detectar la trucha cuando está activa en la superficie al observar la señal de sus diferentes formas de tomar las moscas. Y hablando de moscas, ¡también nosotros disponemos de ninfas prácticamente flotantes para pescar con ellas cuando la ocasión es favorable!
-Ninfas que también poseemos los que pescamos en superficie, y que son un excelente recurso cuando las truchas rechazan nuestras imitaciones de emergentes.
Estas imitaciones de ninfas emergentes también están en mis cajas, y le confieso que las he usado numerosas veces con buenos resultados. En el caso de que las truchas estén tomando las ninfas muy cerca de la superficie, podemos como ustedes, detectar miniondas o ínfimas cebadas que pueden ser atacadas como si pescaramos a mosca seca, con pequeñas imitaciones de ninfas emergentes de bétidos. Mis preferencias son las de tonos amarronados montadas en anzuelos del número 22 o 24, fantásticas en algunos ríos como este. De esta forma, la ninfa emergente, al igual que su hermana la mosca emergente, en ningún caso deben dragar, y por tanto tienen que derivar a la misma velocidad de la corriente donde se encuentra la trucha puesta, hasta llegar a la misma boca.

-Está claro que los pescadores de superficie y de fondo, compartimos esos diez o quince centímetros inmediatos a la lámina superficial del agua. Pero reconózcame usted que un pescador solo de seca es un pescador cojo. Ustedes desconocen la pesca en profundidad en el sentido literal y amplio de la palabra, sólo están capacitados para percibir sensaciones en un único plano, e ignoran las emociones que proporciona una pesca tridimensional como es la sumergida.

En este punto, la conversación empieza a tomar tintes algo dramáticos. La observación que hace sobre las sensaciones y emociones me afectan de lleno, acuso el golpe bajo con resignación, pero no me amedrenta y contrataco.

-Ya le he dicho y le reitero que por razones de control, no me importa prescindir de sus maravillosas sensaciones. Si le place, puede usted tentar todo lo que quiera a una trucha a la que ni siquiera ve, y cuya picada detectará las más de las veces cuando ya sea tarde. Que unos pocos virtuosos consigan clavar una trucha tras otra, no quiere decir que su "arte" sea fácil y eficaz. La pesca en superficie da muchas más oportunidades a un pescador medio que la pesca en profundidad, cuyas mejores oportunidades se las reservan los especialistas, que parecen poseer una especie de sexto sentido.

En su mayoría, las raseras son las que marcan la pauta a seguír, junto con algunos ramales, tablas y pozos, que de alguna manera diversifican la pesca en este escenario. 

-Esto último que usted me dice se ha convertido ya en un tópico, la dificultad de la pesca con ninfa. Yo le diría y no me lo tome a mal, que la dificultad de la pesca con ninfa está construida con los abandonos de los "mosqueros" inconstantes. ¿Quiere una prueba de lo que digo? La inmensa mayoría de los pescadores de fondo sabemos pescar también en superficie con notable desenvoltura, cosa que no sucede al revés. Muy pocos de ustedes suelen dominar la pesca en profundidad.

-¡Me ofende usted ante tal afirmación le digo! Un reputado pescador con ninfa dejó escrito que el pescaba y pesca a ninfa porque nunca había sido capaz de presentar razonablemente bien una mosca seca.
-Se de quién me habla me dice, un pescador de oficio hijo de esta ribera, pero debe admitir que lo de ese pescador es un caso muy raro. ¿Conoce usted muchos más?
-No ciertamente le digo, pero también es verdad que no abundan los pescadores con el grado de sinceridad de ese señor.
-Ustedes los pescadores de seca, reclaman la suya como la modalidad de pesca más elegante y más refinada de capturar una trucha. No dudaré yo de su elegancia pero...¿que me dice usted de la maestría y discreción de saber presentar una ninfa sin hacer huir o despertar la desconfianza de la esquiva trucha, para seducirla en su propio elemento? Esta delicadeza y esa abilidad supera a todas las filigranas hechas por ustedes.
-¡Me está ofendiendo usted de nuevo con tanta insolencia! Decir eso es pura ñoñeria, quienes se esfuerzan en ver filigranas donde sólo hay armonía, pierden el tiempo. Nosotros no hacemos filigranas y usted lo sabe. Me temo que ha visto demasiados "mosqueros" de seca, tan vanidosos y presumidos como inexpertos. Pescadores  de media braga que van al río con la única finalidad de que los demás pescadores les admiremos.
Le digo que la pesca en superficie es discreta, y un lance preciso sólo es espectacular por sus resultados, no por la evolución de la línea en el aire. Donde los mirones solo ven arabescos, el buen pescador de seca solo ve y siente armonía en sus movimientos, unos movimientos discretos que solo tienen como objetivo la captura de la trucha. Nosotros ni siquiera presumimos de posar una mosca con elegancia, decimos que la mosca se ha posado correctamente, le cedemos nuestro mérito en un acto de modestia. Eso sí, un mosquero pedante presumirá de que el posa la mosca como nadie, un docto parlero que todo lo sabe, aunque lo ignore todo, y que quiere elevar el arte de la pesca con mosca a la categoría de las ciencias exactas; es, en suma, un pescador estrafalario, una calamidad con caña, que cuando no compadece a los que pescan por afición, dirigiéndoles miradas de olímpico desdén, diserta para demostrar lo mucho que ignoran quienes le ven. Esos "pescadores" orgullosos, mejor dicho, esas reputaciones usurpadas de pescadores formados exclusivamente en el lanzado, no saben pescar, y sufren por dentro viéndose humillados al contacto con la brava Naturaleza y con los verdaderos pescadores. Porque al igual que existe la vocación en el sacerdocio, en la medicina, en el arte, la poesía o simplemente en la carrera militar o judicial, la pesca con mosca seca es por encima de todo una vocación, que permite al que la práctica ser realmente quien es y distinto del resto.

Por eso, la pesca con mosca no es diversión, ni cosa alegre, ni mucho menos empresa enderezada a fortalezer el cuerpo y espaciar el ánimo. La pesca deportiva con mosca es algo así como resolver un problema algebráico o practicar una ceremonia religiosa. Cuanto mayor serenidad y corrección mejor. Ya lo decía Ortega y Gasset,《la pesca para ser pesca, tiene que ser escasa y difícil 》. El sólo y exclusivo afán de pescar mucho entrega el gusto y produce cierta embriaguez mental, incompatible con las dificultad, las delicias y los placeres de la pesca deportiva.

Hay que usar el instituto para engañarlas, y luego la inteligencia para devolverlas sanas y salvas. 

-No me haga juegos de palabras que parece ser su especialidad, y presénteme argumentos sólidos, que le veo irse por los cerros de Úbeda y perderse entre los olivares. Hablemos de eficacia me dice, ¿dispone de muchos recursos la pesca en superficie? Yo se lo diré. La eficacia de la pesca con mosca seca queda limitada a que las truchas se ceben arriba, o que alguna se mantenga en su puesto de caza entretenida viendo lo que transporta la corriente. ¿Y que pueden hacer ustedes cuando esto no sucede? Normalmente sentarse a la orilla del río como lo ha hecho usted hoy.

Al defenderme de sus acertados argumentos, no hacia más que darle la razón con los mios.
-Los mosqueros de superficie disponemos de moscas atractoras y de conjunto, son moscas que difícilmente pasarán desapercibidas para las truchas, ya sea por su volumen o por sus caprichosos colores, y alguna siempre se decide a atacarla, salvo que las truchas estén encuevadas en el fondo del río, en ese caso no habrá nada que hacer, ni para nosotros ni para ustedes.
-¿Está usted seguro que un mosquero de profundidad abandonaría tan fácilmente? Vea las posibilidades de nuestra modalidad : simplemente mediante una línea de punta sumergida, podemos rastrear más eficazmente todos los niveles del agua donde las líneas flotantes tienen sus limitaciones. Pero también jugando con el lastrado de nuestras imitaciones, podemos hacer llegar nuestras ninfas "peludas" allá en el fondo del río donde las truchas están a salvo de pescadores como ustedes.

En este punto de la conversación me suelta una coz que me deja medio grogui. Un poco desconcertado y algo aturdido por el golpe, solo se me ocurre preguntarle...
-¿y cuando las truchas no están activas en el fondo del río?
-Los "bichos lanudos" mueven en ocasiones esas truchas grandes y poco activas.

Al oír sus palabras, me enderecé como picado por un mosquito en el cuello.
-¡Oiga! eso de bicho lanudo será usted. Que no porque pesque muchas truchas tiene derecho a insultar.

Entonces el pescador de profundidad irrumpió en una sonora carcajada que me enfureció aún más.
-Los "bichos lanudos" amigo pescador de superficie son los populares Wooly buggers, un estrimer creado por Russel Blessing de Pensylvania en los años sesenta, aunque aquí no lo conocimos hasta los años ochenta de la mano de los ingleses.
-¡Pero como le gusta a usted complicar las cosas le digo! ¿No sería más sencillo decir moscas provocadoras?
-En contra de lo que muchos pescadores piensan, la pesca con estrimer, o si lo prefiere con moscas provocadoras, no es una disciplina precisamente sencilla me dice. Exige un adecuado dominio de las distintas técnicas de lanzado, y sobre todo, un gran conocimiento del hábitat de la trucha.  El estrimer es algo que por necesidad siempre tengo que probar en todas las aguas profundas en las que pesco. Este señuelo me produce grandes satisfaciones, es una pesca activa, dinámica, pero muy arriesgada, no es la primera vez que tienen que extraerme un anzuelo grande, pero este es el precio que hay que pagar por tener la posibilidad de ver salir de sus escondites las grandes truchas del río.
-¡Oiga... y con todo eso del anzuelo ¿no estará usted convirtiendo la imprudencia en heroísmo?
-¡ni por asomo! Los anzuelos no me los clavo por gusto, y precisamente por que duelen pongo el máximo cuidado al lanzar los estrimeres.
-¿Ha pescado usted mucho con cucharilla verdad?
-¡sí! me dice, ¿como lo ha adivinado?
-por sus elogios y por la descripción apasionada que ha hecho del estrimer. Yo también fui pescador de cucharilla le digo, y de mosca ahogada con cinco mosquitos, aveces con cuatro cuando quitaba el rastro para pescar los serenos, pero nunca pesqué con estrimer, supongo que no se podrá hacer lo mismo con un estrimer que con una cucharilla.
-¡Pues claro que no! Su comparación me parece odiosa por lo ridícula. Ya puestos a comparar, yo le diría que la pesca en superficie es como ir a ver a tu equipo de fútbol y quedarte a las puertas del estadio, mientras que la pesca en profundidad es ver a tu equipo en el palco de autoridades aplaudiendo las buenas jugadas.

-¡Oiga! Volviendo a esas moscas provocadoras que tanto le apasionan, dígame. ¿La palabra "mosca" no debería aplicarse solo a los insectos que sirven de alimento a las truchas?
-Es cierto que los estrimeres no son moscas -insectos, pero desde siempre han sido introducidos en el  grupo de moscas atractoras.  El estrimer amigo mio, es una gran alternativa para aguas semiparadas y  profundas cuando no vemos actividad en superficie, y que muy pocas veces utilizan ustedes, limitándose en la mayoría de las ocasiones  a cambiar de zona sin más. Un gran error a mi juicio, dado que es precisamente en estas posturas del río donde podemos capturar esas grandes truchas depredadoras que en contadas ocasiones se alimentan en superficie.

-Y dígame señor... ¿y en las corrientes muy fuertes y profundas?
-Estas zonas del río me dice, son también a menudo olvidadas por ustedes, incluso por los pescadores de profundidad, y que evidentemente albergan truchas, bien apostadas en las orillas o muy profundas al abrigo de la corriente que normalmente es mucho más fuerte en la superficie. Son zonas donde la mosca seca no pesca y las ninfas no se mantienen, en éstas situaciones si nos situamos aguas arriba de la corriente y lanzamos a la orilla opuesta, el estrimer trabajará perfectamente en esas aguas, y las truchas saldrán de sus refugios para atacarlo, en muchas ocasiones con absoluta voracidad. Esto amigo pescador de superficie es bien conocido por los pescadores de competición, y si no pregunte usted alguno de ellos, que tienen que aprovechar sus tramos de pesca al cien por cien.
-Me está usted convenciendo de las bondades de esta modalidad de pesca , me gustaría conocer  algo más sobre esta técnica.

-Voy a contarle algo que quizás desconozca me dice. La superficie del agua es una frontera que separa dos dimensiones, una puramente aérea donde no se hacen patentes más que unos limitados aspectos de la vida acuática. La otra, la verdadera dimensión subacuática está hecha para ser traspasada por los más despabilados e inquietos pescadores que saben apreciar un inacabable mundo de vida, y que nos permite practicar nuestros vicios más inconfesables.
-¡Ajá! Acaba de decirme usted que practica vicios inconfesables bajo el agua. Ya le oí decir en otra ocasión que la pesca en profundidad era excitante, pero no imaginaba que se pudiera llegar a esos extremos.

El pescador quedó entonces muy confuso al escuchar mis palabras. Su cara parecía fingir sus verdaderos sentimientos para no mostrar su enfado. Entonces sin alterar su voz dijo :
-¡Gran razón tiene el refrán que dice que por la boca muere el pez! Yo amigo pescador, soy una persona onorable y no hago marranadas bajo el agua. Me refería a que en la pesca de profundidad, podemos experimentar con nuestros montajes más atrevidos, ya que un estrimer tan sólo es una sugerencia de un pez o un ser vivo que tiene dificultades para nadar, y por tanto una presa fácil para las voraces truchas, o también pudiera ser atacado como consecuencia de invadir la postura o territorio de una trucha por un ser extraño, y cuyos movimientos podemos imitar por medio de nuestra línea y nuestra caña. Esto es a lo que me refería con esa frase tan desafortunada y que tanto le ha llamado la atención.
-La próxima vez pensaré mejor lo que digo.
-No debe disculparse señor, soy yo el que debe pedirle disculpas por mi torpeza al malinterpretar sus palabras. Pero dígame señor. ¿Ha pescado alguna vez con mosca ahogada?
-Mis comienzos como pescador fueron precisamente con mosca ahogada y buldó.
-No; me refería a pescar con mosca ahogada y sedal pesado, esa pesca tan denigrada por muchos y practicada por muy pocos aficionados, pesca difícil según unos, y a la vez considerada fácil por otros.
-Siempre he considerado esa modalidad como de segundo orden, aunque debo reconocer que es preciso poseer un extraordinario sentido del agua, además de una seguridad de mano muy desarrollada. Pero seguro que en otra ocasión hablaremos de esta modalidad que algo habrá que observar, pues como dice un proverbio griego,《el grande sin el pequeño hace un muro defectuoso 》
-¡Oiga! Con tanta experiencia y dilatada vida de pescador, tendrá muchas historias y anécdotas que contar.
-Alguna hay, no crea.

El pescador de profundidad enderezó su rostro atezado, y con el brillo en sus ojos castaños, miró el reloj.
-Si me lo permite me dice, quiero contarle una antigua conseja, por la que verá, si me escucha atentamente, que los pescadores estamos absueltos del pecado de mentir. 
-Venga, venga, le digo, cuénteme esa conseja.
-Pues sucedió un día que encontrándome pescando no muy lejos de este lugar, sin más compañía que la de una escuadrilla de mosquitos, se encontraron allí el Arcángel San Miguel y el Diablo en persona. Se trabaron en una discusión acalorada adquiriendo grandes y graves proporciones. Sostenía el Diablo que todos los pescadores eran unos embusteros, atribuyéndose para vanagloriarse ante sus amigos, azañas pesqueriles que sólo en su imaginación habían existido, y por tanto opositores a las llamas perpetuas del infierno por ser la mentira un grave pecado. Los defendía el Arcángel, y cuando más enconada estaba la discusión acertó a pasar por allí Casimiro con su perro.

Casimiro era un joven pescador muy conocido en la zona, tenía por costumbre hechar unas varadas antes de unirse a su padre en las labores cotidianas del campo. Curioso, intervino en la conversación, y al saber de lo que se trataba refutó con tesón y altivez las afirmaciones del Diablo. ¡Quien miente eres tú Satán! Porque yo pescador soy, y jamás he traicionado ni traicionaré la verdad, y nada ni nadie en el mundo sería capaz de hacerme mentir. Su mirada llena de claridad confundió al Diablo, que se retiró refunfuñando y diciendo con su voz cavernosa : Eso, ya lo veremos.

Siguió Casimiro pescando con su perro "Goliat" que jamas le abandonaba. El Arcángel quedose tristemente silencioso, pensando de que estratagema se valdría el Diablo para hacer que el joven pescador quedase cogido en sus trapaceras mañas, osea, de sus palabras. Después de pescar un rato, Casimiro y su perro se dirigieron al encuentro de su padre para incorporarse a las labores del campo. De camino, tuvieron que atravesar una finca donde pastaban una piara de caballos, algunas ovejas sueltas, y un carnero de enroscada cuerna, al que todos allí tenían como un miura. Se le ocurrió a Casimiro simular con el talón de la caña en una mano, y el puntal en la otra, la suerte de banderillas, pues Casimiro era muy aficionado a los toros, a cuyo efecto se cuadró frente al carnero que, con la cabeza engallada y muy plantado lo miraba fijamente. Casimiro, con mucha sangre torera, avanzó dos pasos hacia el bicho, marcó en la arena una patadita y elevó los brazos, ya extendidos citando al animal. El carnero se arrancó hacia él, embistiéndole con furia y lo derribó de un topetazo, más en el mismo instante, el valiente "Goliat" iba a lanzarse sobre el selvático carnero, cuando el Diablo le agarró por la cola con tal fuerza, que el pobre perro quedose como clavado en el sitio. Falto de movimientos "Goliat" y dando alaridos espantosos, el carnero se enfureció aún más, abrumando al pobre Casimiro a cornadas, y revolcándolo varias veces, dejándolo maltrecho y ensangrentado, y viendo con enojoso asombro como "Goliat" no había acudido en su defensa.

El padre de Casimiro, atraído por la algazara del lance, salió en su ayuda, encontrando a su hijo desvanecido en el suelo sin poderse mover, y teniendo a su lado a "Goliat ", que temeroso y huidizo, se quejaba por el dolor producido en la cola por la diabólica mano del Diablo. Desolado el padre de Casimiro, apresurose a levantar a su hijo.
-¡Hijo! ¡Hijo! ¿Estás herido? Razón tenía yo al querer matar al viejo "Goliat". ¿Veis hijo, como ya no sirve para nada? Primero no te defiende, y ahora preso de miedo aún se tiende cobarde dando lastimeros ahullidos.
Entonces, apartando al pobre "Goliat" de un puntapié, añadió con acento colérico. Aparta viejo cobarde que no sirves ya ni aún para defender a los que te dan de comer. ¡Aparta, te digo!
Casimiro ya en pié, miró con una dulce mirada a su fiel perro "Goliat", que acercose sumiso a lamer su mano ensangrentada. Casimiro le acarició con cariño.
-No acuses a mi pobre perro padre, que valiente y fiel es, digno siempre de su buen ganada fama. Ha sido un exceso de vanidad mía, que el Señor a castigado justamente. Quise obrar por mi cuenta, ya que "Goliat" tenía sujeto al carnero cuando yo le grité con imperio, ¡atrás! Y viendo que no me obedecía, le alejé dándole con mi caña en la cabeza.

Un humo espeso y fétido encareció la atmósfera, una estruendosa carcajada hirió los aires. Satanás reía.
El Arcángel San Miguel llegaba presuroso batiendo sus blancas y grandes alas.
El Diablo refugía de gozo.
-No me negarás ahora que Casimiro también ha mentido.
-Si,ha faltado a la verdad, es cierto, pero lo ha hecho como pescador para salvar la reputación de su perro, y tu bien sabes, ¡maldito Satán!, que cuando el fin es bueno, justifica los medios de que el hombre se vale para llegar a él.
Los pescadores respetuosos con las leyes y la Naturaleza, desde hoy, siempre que hablen de sus logros y azañas de pesca quedan absueltos del pecado de mentir.

Entonces, el Arcángel San Miguel remontó el vuelo y el Diablo abergonzado y confundido desapareció.
Casimiro feliz, veía como "Goliat" daba vueltas a su alrededor, ladrando gozoso. 
Esta historia no tardó en hacerse notoria, y todos los pescadores siguen fieles a la tradición a través de los años.

-No conocía esta historia señor.  Entonces ahora  puedo repetir con impunidad que la pesca con mosca seca es la más natural y elegante de capturar un pez.
-Si, claro que puede hombre, cuantas veces quiera. Ahora debe disculparme, pues se me está haciendo tarde. Por cierto, ¿va usted ha seguir pescando?
-No lo creo le respondo, la dichosa vista, ahora que el sol se oculta tras los árboles, empiezan las dificultades para seguir la deriva de la mosca, y ya sabe... ojos que no ven, corazón que no siente, y para eso mejor dejarlo.
Haber si alguien inventa una mosca tipo "luciernaga", que además de no asustar a las truchas, se pueda ver con claridad en las oscuras sombras de los atardeceres veraniegos. Aunque me temo al paso que voy, no tendré más remedio que hacer lo mismo que Edward Crey, que además de dejarnos una joya de libro sobre la pesca con mosca "Fly Fishing" 1869, casi ciego seguía pescando con la ayuda de un guía que le decía cuando se producía la subida de la trucha a su mosca.

-¡Oiga, lo de ese hombre si que era pasión  por la pesca con mosca!
-La pasión por la pesca con mosca solo es comparable con la del amor, pero hay una diferencia : que la afición de la pesca con mosca se agiganta satisfaciéndola, y el amor se consume al logro del deseo.
-¿Quiere usted decir que la caña es la verdadera amante del pescador?
-Lo que quiero decir es que por la pesca con mosca seca se deja todo : el trabajo, los negocios, la novia, y hasta los hijos.
-Eran otros tiempos me dice nuestro amigo el pescador de profundidad.
-No crea le digo. Yo me encontré  no hace mucho tiempo en el río Omaña, un anciano pescador avanzando río arriba entre los pedregales apoyado sobre dos muletas y la caña, me dió mucha pena y pensé que no me gustaría verme algún día en esa situación.
-Bueno, la pesca también es un estado de ánimo.
-Es cierto, pero créame señor, este mundo es muy malsano, malsano y aburrido... cuando no se tiene un ideal, y el ideal de la pesca sólo con la vida se extingue.
En realidad los que vamos siendo algo mayores, vamos abandonando de forma tan paulatina y escalonada, que nosotros mismos no nos damos cuenta. Se abandonan las fuertes corrientes, se evitan los tramos acidentados, las largas caminatas.
-¡Pero no desespere hombre me dice! Usted todavía es joven en plenitud de sus días,  otros como Izaak Walton o Frederic Halford fueron capaces de pescar más allá de los 90 años, por lo que es muy probable viendo su estado de forma, que también entre usted a formar parte de ese grupo. Además, si es verdad como afirman los médicos que cada año de pescador activo vale por diez de hombre urbano y sedentario, en lo cual creo, no sería una frivolidad pensar en la celebración de su futuro centenario de pescador.
-¡Y que centenario, si como es de esperar y Dios lo quiera, se encarama usted en los ciento doce años de vida y de pescador, y llego yo a presenciarlo y aplaudirlo!
Ya lo decía San Pedro, que alababa y aconsejaba la pesca aunque con red, como fuente de delicias y de salud.
-¡Dios y San Pedro le oigan exclamé! Ya que nunca gané nada en competiciones de pesca, al menos pueda ganar el cielo, y hasta la misma gloria si llego a pescar con esos años.
Es posible que en tanto pueda mantener mi vieja caña entre las manos con la firmeza suficiente para hacer evolucionar la línea por el aire, aunque sean filigranas, seguiré pescando.
-Que así sea y yo le vea dijo el pescador mientras recogía su línea.
Yo hice lo mismo y después de unos buenos apretones de manos el se encaminó río abajo y yo en dirección contraria.

Ya de regreso al coche, caminando lentamente, gozando de la bienaventuranza de la tarde, que ya el sol en un agonizar, teñia el cielo de rojizos resplandores sobre los que destacaban las manchas oscuras de las sombras de los árboles reflejadas en el claro cristal del agua, y deleitándome con los placenteros aromas de los diferentes arbustos que se entremezclaban con los del tomillo y romero, iba pensando lo común que resulta encontrarte en el río con "listillos" que les cuesta saludar, pero no con pescadores tan educados como este señor que me encontré hoy,  un tanto áspero si se le incomoda en el ejercicio de la pesca, más en la vida ordinaria es franco, cariñoso y desinteresado con sus amigos. Entrega aquel con quien pesca todas las potencias de su alma y todas las energías de su cuerpo, porque para él todo pescador es su amigo, y todo amigo suyo es su dueño.

A estas alturas de la temporada y con el río bajo de caudal, se hace verdaderamente difícil engañar alguna trucha.  Aquí nadie regala nada y no hay lugar para la improvisación. Fotografía tomada guas arriba del pozo " El Petacál ". 

Pozo "El Petacál", antiguo límite inferior del acotado, con alguna buena y  honrosa trucha en sus aguas. 


Explendida tablada, aguas abajo del pozo "El Petacál" al mediodía. Un error muy frecuente, es creer que los grandes ejemplares de truchas solo se encuentran en las profundidades de los pozos. Muchos trofeos esperan en lugares comúnmente frecuentados como esta rasera.

Misma tablada al atardecer. Las sombras se adueñan del río.  En estas circunstancias se hace difícil seguir la deriva de la mosca.