lunes, 25 de noviembre de 2013

RETAZOS DE HISTORIA DE LA PESCA EN LOS RIOS LEONESES, PARTE PRIMERA

La provincia Leonesa es sin duda una de las más afortunadas dentro del panorama Nacional para la pesca de la trucha. Arañada por los ríos que nacen en la gran Cordillera Cantábrica y en los inmensos montes Bercianos, en los montes Aquilianos y en los montes de León, descienden espléndidos y salvajes, y se apaciguan al llegar a los páramos y a las tierras de regadío, con mares de maizales, preludio de la meseta Leonesa de horizontes infinitos.
La pesca en los ríos Leoneses, tuvo a lo largo de la historia un gran desarrollo, especialmente en la Edad Media, la necesidad alimentaria aumentaron con el crecimiento de las poblaciones, sobre todo en las gentes menos favorecidas del pueblo llano, para solventar tal carencia recurrieron entre otros, a la pesca de los ríos como solución a sus penurias alimenticias.


La propiedad y el control de los ríos y sus aguas, han estado asociados al poder y a la riqueza (hoy a la industria y a la expansión agraria), la potestad de las aguas de los ríos y lagos en nuestra provincia, fueron de los Reyes, que mediante fueros, privilegios, donaciones, compraventas etc. hicieron derivar la propiedad y aprovechamiento de los mismos, hacia señoríos, monasterios, obispados, concejos. 
Se impusieron derechos y obligaciones, foros y alcabalas (tributos), censos y arrendamientos, prohibiciones y sanciones sobre la pesca ilegal.

Los monasterios fueron los primeros en disfrutar del beneficio de los ríos, gracias a las donaciones de los monarcas, como las que hizo el Rey Alfonso VII en 1115 en beneficio del monasterio de San Miguel de Escalada, próximo al acotado de Quintana de Rueda (río Esla), el aprovechamiento de sus dominios, entre ellos el río 《 montes, devesos et actos et usque quatuor vel quinque pelagos, in ceterum flumen vivant omnes》, también el santuario de Nuestra señora de Manzaneda, perteneciente al pequeño pueblo de Manzaneda de Torío, muy proximo a León capital, gozó de favores y privilegios y obtuvo los derechos sobre las aguas del río Torio que pasa por sus cercanias, al menos hasta el hoy desaparecido pueblo de Los Lagos, muy próximo al pueblo de Pedrún, y que fue donado por la Reina Doña Urraca a San Isidoro en 1117.

También a San Isidoro fue donado el pueblo de Riosequino de Torío, perteneciente hoy al municipio de Garrafe de Torío, no solo el pueblo, sino también, montes, fuentes y rio (...montibus, fontibus, riuis...), por el Rey Alfonso VII y su hermana Doña Sancha.


Las mejores zonas de pesca, como las tabladas y piélagos (pozos), eran propiedad de los monasterios, muchas de estas zonas eran "vedadas" o "estacadas", cerradas con una especie de sebe, hechas de estacas de ramas gruesas con zarzas y espinos, de estos trabajos se encargaba un empleado de los monasterios llamado "maestro de pesca", que también era el encargado de vigilar y proteger estas zonas privilegiadas.
Las truchas no eran pescadas directamente por los monjes, sino por pescadores profesionales (quien sabe si entre estos pescadores profesionales, alguno tuvo algo que ver con las moscas del Manuscrito de Astorga), los monasterios también arrendaban los tramos del río que pertenecían a sus dominios, estos tramos se llamaban "pesqueras" o "pesquerías", una especie de acotados que cobraban una parte en dinero y otra en pesca, truchas, barbos, anguilas etc. pero siempre el pescado fresco.

Fray Fernando de Lujan era en 1699 administrador de las aguas del río Esla que pertenecían al término de San Miguel de Escalada, las da en renta a Alonso Carpintero y a Juan de Lapresa por tres años, y por cada año han de pagar, cuatro arrobas de truchas, una arroba de barbos y tres arrobas de escallos y de no pescar la cantidad estipulada, habría de pagar la diferencia a dos reales el kilo no pescado (una arroba = 11,5 kilos aprox.). No parece que fuera mucha la cantidad, y tampoco parece probable que los arrendatarios estuvieran dispuestos a pagar dos duros, digo dos reales por cada kilo de peces no pescados, supongo que buscarían la pesca en otras partes del río.

Los obispos también gozaron de favores y privilegios, la donación que hizo Fernando II y su hijo Alfonso IX del territorio conocido como Peñamian, hoy Vegamian al obispo de León Don Manrique, en un poder de 1480 se pregona que "ninguna persona pesque truchas ni otros pescados en un piélago que es del Obispo de León, porque está resguardado para el plato del Rey, so ciertas penas".
La propiedad comunal que eran los concejos, la expresión de los acuerdos de los vecinos de un mismo pueblo, se vieron favorecidos por privilegios y donaciones, estos pueblos ribereños vieron una fuente de ingresos, que contribuían a sanear la escasez de recursos, así en 1257 el Concejo de Mansilla de las Mulas manifiesta su interés por el dominio de las aguas del río Esla. 

Estos Concejos acotaban el río en quiñones, que luego subastaban, como sucede hoy en los cotos privados de caza, poniendo condiciones en las contratas, como que el cura del pueblo y solo él, podía pescar a vara (caña), no podían usar morga, ni cal etc. También debían enramar los pozos "ramajeiro" con el fin de conservar la pesca en ellos.
Este tipo de arrendamientos se hizo por última vez en 1950 en el pueblo de Barrio de la Puente, un pequeño pueblo de cuarenta y cinco habitantes del Omaña, aunque los arriendos de los ríos en otras circunstancias prosiguieron hasta la época de Alfonso XIII.

Monasterio de San Miguel de Escalada


Santuario Nuestra Señora de Manzaneda

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